El Gran Malentendido
Hemos creído que eran un partido en el gobierno, pero no, son una secta en el poder. Surgidos de un amasijo de partidos convertido en PRD, expresión de una izquierda tan victimista como equívoca y apresurada, los Morenistas se habían registrado como partido en el 2014 para competir en elecciones generales y, habiendo ganado la Presidencia en el 2018, Dimos Por Sentado que serían gobierno y Andrés Manuel un presidente observante de la Constitución y de las Leyes, un Jefe de Estado y de Gobierno a la cabeza de la Administración Pública Federal.
Lo que es Dar por Sentado y Haber Creído pues juró pero, más pronto de lo que canta un gallo, el propio día de su asunción al cargo presenciamos un ritual de claro corte religioso a cielo abierto en la Plaza de la Constitución, ¡Constitución!, repito.
Momentos antes Andrés, el presidente, había tomado solemne posesión del cargo portando la Banda tricolor y pronunciando las palabras canónicas previstas en la ley. Pasó un momento por Palacio, se quitó la Banda y acudió a esta otra ceremonia.
Quisimos creer que aquello era un homenaje del señor presidente a las tradiciones originarias que ciertamente forman parte de nuestra historia nacional. Luego de Dar por Sentado ahora Quisimos Creer, pero ni la Protesta formal, ni la Banda cruzada al pecho eran, ahora lo sabemos, suficientes para pasar por alto lo que, esa tarde del Primero de Diciembre del 2018, Andrés el profeta oficiaba ante los ojos de todos los mexicanos.
Se abría ya ante nosotros un tiempo, una realidad al menos dual con un Presidente Republicano sujeto a las leyes y un Profeta al frente de una secta, Servidor de su misión religiosa, ambos en la sola persona de Andrés Manuel López Obrador.
Ya desde antes de esa fecha su actuar, al cancelar el Proyecto en construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (el NAIM), mostraba a las claras su desacato a las leyes, las normas y los acuerdos públicos, lo que contravenía su entonces condición de Presidente Electo, carente de facultades para obrar de esa manera, como también mostraba su claro apego a OTRAS razones. Pese al tropiezo y a las negativas consecuencias de tal acción para el país, prevaleció una interpretación política, cívica al fin, que lo ubicaba como un presidente con vis autoritaria y así, criticada por unos defendida por él y los suyos, pasó en espera de que llegado formalmente al cargo morigerara su impulso autocrático.
Dimos por Sentado, Supusimos, Esperamos, Quisimos Creer y todo con base en que había formalidades legales que se iban cumplimentando, en la forma.
Conforme el tiempo corrió y los hechos sucedían, una y otra vez presenciamos hechos que cada vez menos las formas los cubrían. Así llegamos al reiterado grito de Andrés: “¡no me vengan con que la ley es la ley!” y, una vez más, entre airadas reacciones, denuestos y críticas, volvió a prevalecer la interpretación política: estamos ante un legal y legítimo presidente de la república con sesgos autocráticos.
Ni la insistente Conferencia Mañanera, que no está en la ley, ni la multiplicación de sus Informes de Gobierno, que expresamente violentan la Ley, ni su ostensible práctica de mandar sobre el poder legislativo, ni su manifiesta oposición a los órganos autónomos, ni sus encargos al titular del poder judicial, ni su enérgica denostación de ese poder equivalente, ni su ya vitriólico ataque a su nueva titular, ni su encubrimiento ante multiplicados hechos de corrupción en el gobierno, ni su trato respetuoso y concesivo al crimen organizado; actos todos que violentamente violentan la Ley, nada de Todo ese escandaloso TODO nos hizo cuestionar lo dado por sentado, lo asumido, lo esperado, lo creído y, una y otra vez más, prevaleció la interpretación política ahora convertida ya en creciente crítica pero siempre partiendo de categorías políticas, conformando un debate de esa naturaleza, asumiendo siempre que hablábamos de un legal y legítimo Presidente de la República, Jefe de Estado y de Gobierno.
Con esto quiero decir que así como de principio Dimos por Sentado, creímos, que eran un partido en el poder en la persona de Andrés Manuel, Presidente de la República sujetos a la Constitución y a las Leyes, respetuosos de la separación de poderes y tal… Igualmente Pasamos por Alto aquella historia personal y de grupo cada vez más conocida y aquellos actos previos y paralelos de quién, quiénes, asumieron el Poder el primero de diciembre del 2018.
Pasamos por alto que aquella ceremonia, merecedora de celebrarse en la Plaza Mayor de México y el Mismísimo Día de la asunción de Andrés Manuel al cargo de Presidente, debía, era menester, era impensable que no se celebrase la otra investidura, la al menos equivalente, sino es que más importante para ellos, para Él, la asunción de la Potestad Primada como Profeta y Guía de su Iglesia, “potestad que le viene de la elección legítima por él aceptada y de su total consagración a ella”.
Toca ya cambiar el marco y las lentes del análisis: por largo, largo, largo tiempo creímos que eran un partido en el gobierno y Andrés un presidente Constitucional; pero no, nunca lo han sido, son una secta en el poder y Andrés un Profeta desaforado en sus misterios.
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