LO DE HOY

Putrefacción...

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Desaforar al ídolo del pueblo, le significa al peje y a su empresa, Morena, cuestionar su propia doctrina: "no somos iguales".

AMLO, más conocido como el peje en la sociedad política y en el llamado pueblo sabio desde que incursionó en la vida pública del país.

Primero en las filas del PRI, después como líder social, y con esa credencial se subió a la ola del cardenismo para pasar por el PRD y configurar su propia empresa: Morena.

En su recorrido en templetes y en plazas, se apoyó en un sólo emblema:
"Purificar la vida pública del país".

Con esa bandera convocaba al "pueblo" qué utilizaba como estrategia para sumar adeptos a esa noble causa, sin importar reputaciones públicas, ni colores partidistas, de los nuevos adherentes.

El punto era engrosar las filas de su empresa, llamada Morena.

Y con esa perspectiva Morena se inflo y cocinó una barra híbrida.

Dónde los integrantes de Morena se distinguían y se diferenciaban, frente a la denominada clase política, por sus maromas y por mostrar una moral distraída, como credenciales virtuosas qué cumplieran con la "ética" que comulgaba el peje, es decir, apegarse a su ley, así como saberse mover entre la eficacia -léase resultados- y los principios de la 4t, para ser parte de la familia morenista.

Bajo esa "ética" el peje y su empresa Morena fue conquistando el Congreso de la Unión y su agenda legislativa y coloreando de guinda el país.

Con esa "hermandad" se construyó la secta morenista, dónde no se vale: aceptar realidades distintas a la visión del peje, mucho menos poner en duda la reputación de sus integrantes, llámese, figuras del gabinete, gobernadores, legisladores y presidentes municipales.

El alzar la voz y dar un paso en sentido contrario, es ir, en contra del peje y del movimiento de la 4t.

En ese contexto se da el circo de la solicitud de desafuero de Cuauhtémoc Blanco.

Ya que aprobar la solicitud de desafuero por el pleno de la Cámara de diputados, es poner en duda que Morena es igual al PRIAN, cuando su lema, es: somos diferentes.

De ahí el peso que tiene su ética, como moral pública entre los morenitas.

Desaforar al ídolo del pueblo, le significa al peje y a su empresa, Morena, cuestionar su propia doctrina: "no somos iguales".

Por eso no fue casual, sino causal; primero, violentar el reglamento de San Lázaro para darle voz y, en segundo lugar, arropar al hijo de piel suave, con el grito: "no estás solo" por las diputadas morenistas, al estar en riesgo su reputación pública ante sus iguales y frente al pueblo sabio.

Huelga decir que la ética impuesta en su empresa, Morena, por el peje, no sólo purifica a sus integrantes, sino lo más relevante, es que, los disciplina en torno a su figura, como garantía de su propia libertad personal.

En otras palabras, el que se mueve, se muere políticamente.

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En esa lógica, los gritos y los sombrerazos de algunos morenistas, son para darle color a la circunstancia política, llámese, en este caso: Cuauhtémoc Blanco.

Sin embargo, al peje y a Morena se les olvida que sus actos de "legalidad" son registrados por los mexicanos que no comulgan con ellos, y qué el pueblo sabio también tiene sentido común para identificar lo "bueno y lo malo" de sus actitudes públicas.

El tiempo dirá que tanto peso tiene la joroba de Cuauhtémoc Blanco para mantener el discurso de la purificación de la vida pública.

Ya se verá.

Gerardo Conde

Gerardo Conde

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