PARRESHÍA

Se nos pudrió el alma

Se nos pudrió el alma

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Nuestra justicia anda en burro y en mallones desbordados por todos lados.

Todos los días nos amanecemos con una degradación más de México, perdemos lugares en rankins internacionales en cuanta medición se hace, desaparece un derecho, alguna libertad, una institución; se cae, inunda o cierra un hospital, se derrumba una carretera, explota una instalación estratégica, se azolva una presa, se seca un pastizal, se prostituye, aún más, la vida pública, se pauperiza la economía, se dilapidan recursos, se entrona a un grupo criminal, se desvían recursos para calmar la rabia de gremios encumbrados, se protegen a delincuentes de chaleco de conocido color, se derrumba, incendia o incendia el Metro, hacemos el ridículo internacional, siguen muriendo niños con cáncer por falta de medicinas, se masacra a discreción, la presidente confiesa lo inconfesable, la Taddei se enoja porque no le aplauden sus tropelías, los ciudadanos tenemos que pedir públicamente perdón a los servidores públicos ofendidos, al Clan de Andy se le conoce otro negocio.

A donde volteemos todo es ruina, fracaso, desperdicio, podredumbre, olvido. Se presume la pestilencia, se impone la costra, se esparce lo pringoso, la moda es lo chorreado. Donde había un parque hoy hay un erial, donde había una fuente hasta la tubería se robaron, donde había una universidad de nivel mundial hay fritanga, basureros, narcomenudeo y jaurías de perros.

Nuestro prestigio hoy se funda en el descrédito, nuestra presencia en el mundo es en chanclas, nuestra justicia anda en burro y en mallones desbordados en exceso.

Nuestra estampa nacional es de un camión destartalado colmado de basura, chorreando líquidos y dejando una huella maloliente de desperdicios a su paso; de agua en pipas, de tianguis, toldos de plástico, de diablitos, de los plantones y la furia de la CNTE quemando México entre mentadas de madre y acarreos en autobuses de gran turismo.

Nuestra realidad es de hambre, enfermedad, ignorancia, delito, mugre, vulgaridad, muerte.

¿Cuándo y cómo se nos pudrió el alma?


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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