PARRESHÍA

Discordia

Discordia

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No nos hacen falta informes, estadísticas, sesudos análisis, prospectivas, ni siquiera mesas de expertos: estamos mal.

A diferencia de los griegos, nosotros conta(ba)mos con conocimientos e instrumentos de administración pública para pulsar si el Estado funciona bien: un INAI, para tener acceso a la información pública que debe ser pública y en público; el CONEVAl, para medir si los programas contra la pobreza, además de cobrarse en las urnas, realmente la reducen en los hechos y de manera significativa; la CNDH, para medir y, en su caso, atemperar el talante autoritario del poder; la Auditoría Superior, para conocer el uso, destino, eficacia y honradez en el gasto público; el INE para organizar elecciones confiables, y otras muchas instituciones de control ciudadano del poder. Claro, mientras existieron y funcionaron.

Hoy nos encontramos como los griegos, sin instrumentos de información, de medición, de control.

Pretenden que el recto hacer del Estado lo demos por hecho por ser ellos quienes son, aunque bajo ese criterio lo que se acredita es exactamente lo contrario.

Pareciera que todo debe quedar en un acto de fe, en un ejercicio de creencia: ¿tú crees en Morena? ¿Tú no crees?

Pero los griegos, en su desnudez de gobernación y control, sabían si el Estado hacia lo correcto o no. Para ellos un Estado estaba bien gobernador cuando entre los ciudadanos reinaba la concordia.

Y hoy, en México, no se conoce la concordia. Antes bien, reina la rijosidad, el encono, el desprecio, la grosería, la vulgaridad, la vana-gloria, la sordera, el descontón, la censura, el espionaje, la ignorancia y la ignominia, la opresión.

No nos hacen falta informes, estadísticas, sesudos análisis, prospectivas, ni siquiera mesas de expertos: estamos mal.

Y peor vamos a estar.

#LFMOpinion
#Parreshia
#concordia
#Mexico
#Gobernacion

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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