PARRESHÍA

Pueblo como exclusión

Pueblo como exclusión

Foto Copyright: X

Sólo el ciudadano es políticamente representable, lo demás es totalitarismo.

Lo dijimos hace meses en Pueblo como trampa, antes lo planteamos también en Salvar al ciudadano del pueblo, y lo reiteramos ya sobre la reforma electoral en Pueblo como trampa y engaño, porque es muy sencillo: el pueblo no reclama, son los ciudadanos los únicos que tienen voz y voluntad, los que se levantan en armas, los que hacen revoluciones.

Y en una República todos los ciudadanos valen lo mismo, no importa sus simpatías políticas; en tanto que el pueblo es un concepto exclusivo y excluyente, al menos en manos de los populismos: si estás conmigo y me apoyas ciega y fervientemente, eres pueblo; si no, no lo eres y vales diez toneladas de madre.

Receta que fue lo primero que nos aplicaron, aún antes de que se constituyera la comisión de la ignominia, la mediocre petulancia y la exclusión. Tanto Gómez como Noroña hicieron ver que los que no somos pueblo por pensar libremente, no tenemos nada que aportar, que lo que digamos no lo van a tomar en consideración porque ellos son mayoría y no tienen porqué considerar a nadie, y que van a hacer valer su hegemonía, es decir, su superioridad “moral”.

Una representación política del pueblo es una contradicción en sus términos, sólo el ciudadano es políticamente representable, lo demás es totalitarismo.

#LFMOpinion
#Parreshia
#pueblo
#Ciudadano
#Ciudadaneidad
#Representacion
Politica

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: