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La Corte

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Prefiero mil veces a esta nueva Corte a la corrupción de las anteriores y confío en que sus resultados pronto me darán la razón.

La decadencia de la Suprema Corte en México continuó con mayor énfasis en la administración Zedillo, en 1994 cuando por sus pistolas cambió a los magistrados de un plumazo y llegaron incondicionales a su servicio. Al total servicio del Poder Ejecutivo se puso el Poder Judicial.

Desde entonces se afincaron decisiones civiles, penales, administrativas y del trabajo de la última instancia que favorecieron a los ricos e influyentes. Se jugó con Ley de Amparo para beneficiar a amigos, a abogados leguleyos prepagados y postulantes al servicio de los transas conocidos, muy populares como Diego, quien nombró y renombró a su antojo. La Corte fue una gran familia siempre atenta a favorecer los negocios de los ricachones y socios. La Reforma Constitucional se vendió como “una profunda transformación” que en realidad derivó en la subordinación y ‘zedillizacion’. Los ministros anteriores se fueron sin controversias ni protestas por los altos haberes de retiro recibidos. Con el aplauso también de los panistas y el rechazo de la minoría perredista.

Para lograr el cambio se contó con la unanimidad del Senado sin los senadores del PRD y la mayoría de votos en la Cámara de Diputados. Por un mes el país se quedó sin Poder Judicial. Y Zedillo nombró a sus contlapaches siempre a favor de su servicio e intereses; según algunas analistas en pago al panismo cuando Diego fue quien promovió la destrucción de las boletas electorales resguardadas en los sótanos de la H. Cámara de Diputados y que pudieran haber confirmado el fraude de Salinas de Gortari frente a Cuauhtémoc Cárdenas. Al fin todo quedó en familia.

A Zedillo, que llegó al Ejecutivo Federal después del asesinato de Colosio en Tijuana, lo sustituyó Fox, quien contó con el hartazgo priísta de la mayoría de los ciudadanos electores y el empujón del propio Zedillo que luchó contra su propio partido y el candidato priísta nominado: el sinaloense Francisco Labastida. El primer presidente panista en la historia del país pronto enseñó su mediocridad y falta de decisión, en realidad gobernó junto con su alter ego, Martita, quien lo mangoneó de principio a fin. Se habló incluso que ella lo sucedería en la presidencia de la República. La Corte, en tanto, se distinguió por ser un nido de negocios empresariales donde el verdadero jefe fue la exardilla salinista Diego Fernández de Ceballos.

Con Calderón sobresalió la influencia de Luis Carlos Ugalde quien desde el Instituto Federal Electoral (IFE) fue artífice de la victoria panista por 0.56 % de votos y el hecho de que nunca se recontaran los votos ciudadanos, aún en distritos históricamente muy reñidos. El deterioro en el segundo gobierno panista fue notable por la violencia, la narcopolítica creciente y el acceso teórico a la información pública a la par de una enésima crisis financiera, la peor recesión en 70 años, en parte por la caída del precio internacional del petróleo y la creación de millones de desempleados. La desigualdad económica entre la población aumentó significativamente, a tal grado que a su sexenio siguió el regreso del priísmo con Peña Nieto y Televisa, quien lo promovió junto con la actriz conocida como La Gaviota, mientras el peso continuó su devaluación y la corrupción se expresó también en todos los sectores de los negocios, administrativos y jurídicos. La especulación fue el sino calderonista y el de su sucesor: el joven Peña, golfista y mediocre gobernante.

Hoy Calderón y Peña están refugiados en España, Zedillo en los EUA. Fox y Martita en su rancho de Celaya. El famoso Peje en Palenque.

La debacle fue de tal magnitud con Peña y La Gaviota que el famoso Peje por fin llegó a la presidencia. Empujado por los recortes presupuestales de los anteriores gobiernos y la corrupción generalizada. En todas partes se detectaron malos manejos. Y la Corte sirvió aún más de tapadera, mientras que aumentó la desigualdad y la pobreza en la administración del último presidente priista.

El juicio histórico a AMLO va desde su comparación con Juárez al odio de Televisa, Azteca y asociados, del resto de medios corporativos y medios de comunicación. Yo estoy seguro de que fue un buen presidente, mucho mejor que los anteriores. Se que tuvo también errores y uno mayúsculo fue irse a refugiar a Palenque, pero se entiende que la actual presidente, la presidenta Claudia necesitara espacios sin la enorme popularidad de su antecesor. Una de las cuestiones obviamente convenidas fue avanzar en el combate a la corrupción de La Corte que defendía a magnates de no pagar impuestos, defendía a narcos y demás villanos.

La Reforma a La Corte se hizo en esta administración en tiempo récord y tal vez, sin la limpieza y cuidado necesarios. Se hizo anteponiendo la necesidad ética jurídica a la juridicidad legaloide, a la que nos tenían acostumbrados los gobiernos de Zedillo, Fox y Martita, Calderón con su escudero Ugalde y Peña con La Gaviota, con sus jueces, ministros y magistrados que siempre protegieron los negocios de los ricos, de ellos mismos y sus amigos.

La Reforma fue posible gracias a los votos de Yunes y otros morenistas de temporal. Tal vez al trabajo de Adán, ahora en la picota, de Ricardo Monreal, ahora a la baja, de Fernández Noroña, ahora despreciado y vilipendiado.

Reconozco que La Reforma multicitado contó con las prisas de elecciones poco concurridas y despreciadas. Yo mismo fui a votar y en mi casilla lo hicimos muy pocos, lo que parece ser fue una condición generalizada en todo el país.

Lamento el exceso folclórico del nuevo presidente de la Corte. Creo que debe de prevalecer el Derecho y la justicia. La igualdad y la verdad. La mesura frente a la estridencia. Sin embargo, prefiero mil veces a esta nueva Corte a la corrupción de las anteriores y confío en que sus resultados pronto me darán la razón.

Felicidades a los jueces, ministros y magistrados recientemente electos y a los nuevos que vendrán. Ellos deberán de acabar con la conocida corrupción del Poder Judicial y las malas mañas de Piña y sus socios empresariales y funcionarios públicos. Démosles a los nuevos la oportunidad de demostrar de que material están hechos. Veremos si de verdad son diferentes o son de la misma pasta canalla que los anteriores.

De lo contrario habrá que volver a empezar.

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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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