Precariato
Hablamos ayer del precariato, un estado compartido de inestabilidad e incertidumbre, pero también de insuficiencia de medios y recursos. México, bajo tal concepto, se hace precario, de precari, es decir, de ruego y suplica, de igual raíz que plegaria: implora por su desastrada situación.
El obradorato, nadie lo puede negar, no fue ya la esperanza de México, ha sido su perdición. La realidad y el tiempo han empezado a pasarnos las facturas de sus desmesuras: indigencia de medicinas, colapso de los sistemas de salud y educación, derrumbe de la economía, la infraestructura y las instituciones que sobreviven; caos alimentario y campesino, violencia desmandada, extravío diplomático, Estado fallido. El resto lo engordan desastres naturales entre sequías e inundaciones, aderezadas con desastres gubernamentales, aún más nocivos. Al menos la madre Tierra nos ha dispensado de un terremoto.
Pero la precariación no sólo es rogativa, es también descomposición, y así como se ha estropeado la infraestructura carretera, aeroportuaria, de servicios públicos, de seguridad, hospitalaria y educativa, más un largo etcétera, se precarizan nuestras vidas, nuestras relaciones, nuestras conversaciones, nuestro entendimiento.
Las otrora instituciones insignias son hoy ruinas sobre aguas anegadas, nuestra cultura se ha cubierto de hollín, ignorancia y chicharronería; la ignominia y la zafiedad hacen ostentación, nuestra conversación se ha banalizado y polarizado, no se comunica, se afrenta; la verdad es un valor extraviado, la libertad es sediciosa y enemiga de la transformación hecha mortaja. La vida misma ha perdido toda valía.
Nuestro entorno se ensombrece, se puebla de incertidumbres, se vuelve tórrido, hostil, mugriento, vulgar, triste, lastimoso.
México hiede, quizás porque muere. Vivirlo no entusiasma, el futuro aterra, el pasado no alcanza a apaciguar nuestro pasmo y postración.
Pasear por el centro de la Ciudad de México es todo un viaje al averno; su suciedad, pestilencia, abandono, miseria y horror lo dicen todo.
Grupos de crimen organizado controlan los pozos de agua y el negocio de pipas y el gobierno negocia con ellos cual grupo con demandas sociales, así de doblado está frente el huachicol , La Barredora, un pinche senador viajero frecuente, Sinaloa, los extorsionadores de todo tipo y nivel de negocio, dos batisenadoras deschongándose por una foto, y su partido que resulta estéril en aveniencia y acuerdos.
Por sus obras los conoceréis y no, no hay obradorato, hay precarización y gandayez.
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