EL IFE A LA DISTANCIA

El IFE en el 99

El IFE en el 99

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Triste año, más lamentable IFE.

Tiempo de cierre. Cierra el año y cierra el Milenio

Paradójicamente, al cerrar se inicia el proceso electoral del año 2000. Y bien dice la Biblia que por sus frutos los conoceréis. Revisemos los frutos del IFE en este año de cierre e inicio, a efecto de normar nuestro criterio.

Inició el año con el PRI retirado de la mesa. La causa fue la admisión de una queja del PRD sobre un asunto juzgado y cerrado que nunca debió ser admitido y menos substanciado por los consejeros electorales. El caso, que cualquier estudiante del primer semestre de la carrera de Derecho hubiera desechado por frívolo e improcedente, llevó al PRI en dos ocasiones al Tribunal Electoral y le tomó más de siete meses, sometido a un segundo y tercer juicio sobre una causa juzgada, lo que obsequió la oportunidad al PRD y PAN de cebar sus estrategias electorales siempre deslegitimadoras y la mayoría de las veces infundadas, en complicidad con los consejeros electorales.

Luego vino el lamentable asunto de la responsabilidad administrativa de varios consejeros electorales, donde el recuento no pudo ser más ominoso: Primero se declararon inimpugnables, es decir, extraídas del Estado de Derecho; luego, ante la resolución del Contralor, en colusión de funcionarios, desacataron el fallo, lo declararon ilegal y, violando las garantías constitucionales, destituyeron al Contralor, convirtiéndolo, con ayuda de las oposiciones, en el villano de la película, cuando fue el único funcionario electoral que en este trance se comportó conforme a la ley.

Qué gran distancia media entre la enseñanza socrática y el proceder de los consejeros. Sócrates, sujeto a un juicio sin fundamentos y con hechos falseados, opta someterse al mismo antes de aceptar el destierro voluntario que la ley le ofrecía. Hallado culpable nuevamente se vio ante la posibilidad de optar entre la muerte y el destierro; aceptó la primera por ser fiel a su convicción de que la sociedad, para sobrevivir, debe fundarse en la observancia de la ley. La madrugada de su muerte, sus discípulos y amigos sobornaron a la guardia y lo instaron a huir. Sócrates se negó a ello. Para él la injusticia no la había cometido el Estado, sino Anito y Melito, sus acusadores. Si Sócrates violaba la ley, huyendo y evitando el cumplimiento de su sentencia, la injusticia la cometería él contra la ley, los atenienses y el Estado. Permaneció en su prisión encadenado y bebió la cicuta, seguro de que con ello honraba la ley y los principios con los que vivió, así como sus enseñanzas que, por fortuna, aún siguen siendo válidas para muchos.

A diferencia de Sócrates, los consejeros no optaron por honrar la ley y combatir el fallo por las vías jurídicas que el propio derecho les otorgaba. Escogieron la vía de los hechos y de los medios de comunicación. Displicentes para con la ley, también lo fueron para con la ciudadanía, equiparando las conductas sujetas a juicio de algunos de ellos con la democracia y estabilidad política del país. La simple comparación da la medida del desfase que se vive en la institución y en la cosmovisión de estos funcionarios.

Más tarde, arrastrados por la diarrea reglamentaria del Consejero Cárdenas, intentaron, violando disposición expresa del Cofipe, imponer una ley mordaza a los vocales locales y distritales. El hecho, no pudo ser más lamentable, toda vez que fue propuesta del Consejero que ante la menor de las críticas, acude a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos alegando que se le viola su libertad de expresión; libertad que utilizó en ese caso, para violar un derecho de los funcionarios electorales consagrado en la ley y que él como Consejero Electoral, debería ser el primero en defender. Fue el Tribunal quien en este caso garantizó el principio de legalidad, para fortuna del principio y del funcionariado profesional del IFE.

Finalmente, en esta vista a vuelo de pájaro, se cierra el año con una de las decisiones más sorprendentes en toda la historia de la institución. El señor Fox, a quien evito calificar por el momento, impuso su foto sobre los emblemas del PAN y del PVEM. Para sorpresa de todos, el Consejo General del IFE resolvió con uno de los peores dictámenes que haya hecho a lo largo de sus nueve años de existencia.

Aún con mayor sorpresa, atestiguamos que los partidos interesados no llevaban ningún argumento medianamente decoroso para defender su emblema, y tampoco hicieron el menor de los esfuerzos al respecto. Antes bien, dejaron su defensa en los consejeros, quienes tampoco se lucieron en materia argumentativa.

Duele que un asunto tan delicado haya sido tratado con tanta superficialidad e indolencia.

Habiendo sido impugnada la resolución del Consejo General, el IFE alargó ilegalmente los plazos para otorgarle al PAN 48 horas más para presentar su escrito de tercero interesado, es decir, su defensa. Estos son hechos debidamente acreditados que no honran los principios constitucionales a que está obligado el IFE.

Así cerramos el año y el milenio. Ojalá y el pasado sirva para que todos aprendamos de nuestros errores en beneficios de la magna responsabilidad que tenemos de cara al proceso electoral del nuevo milenio.

#LFMOpinión
#IFE
#CierreDeAño




Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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