PARRESHÍA

Voto útil

Voto útil

Foto Copyright: lfmopinion.com

Voto cobarde

No simpatizo con el voto útil. De entrada, porque me recuerda a personajes como Jorge Castañeda, siempre buscando entrar por la puerta de atrás, primero con Cárdenas, luego con Fox, vendría después la Gordillo, hoy suma su desprestigio al de Anaya.

Pero más allá de los personajes, el voto útil me parece un voto pusilánime, acomodaticio, pragmático y descomprometido. Todo ello porque no se elige, se cede. No se vota en sus méritos, sino como una última opción. Sabrá Dios que propone este tipo y cuál sea su proyecto, pero voto por él para que no llegue el otro.

En esto el voto útil se parece al voto de castigo, en ellos no se vota en consideración a sus méritos, sino en repulsa o castigo a los méritos de otro.

Es algo así como el matrimonio por despecho, me caso con Chona porque odio a Marucha.

No me cuadra el voto útil porque, creo, parte de la derrota anticipada. Podría entenderlo, quizás, a días de la elección o en una segunda vuelta, pero basar una campaña presidencial, nuevamente, si consideramos de la Fox, en el voto útil como estrategia central, es aceptación desde un principio de que no se puede ganar con sus propias fuerzas y esfuerzos. Es, digamos, una aceptación adelantada de derrota que sale a mendigar votos por misericordia y lástima.

No me gusta el voto útil porque no construye un mandato claro del electorado, toda vez que gran parte del sufragio se da por el "aunque sea", o el "ahí se va"; porque no es un voto compromiso ni un voto mandato, es casi casi un voto comprado por lástima, por miedo, por desdén, por desesperación o por lo que usted quiera. Es un voto de derrota y derrotado, aunque se gane.

No me gusta el voto útil porque puede generar compromisos inconfesables que en el fondo traicionen las expectativas de la mayoría de los votantes. Me explico, en el 2006 Calderón logra apenitas el triunfo por un pacto con la Gordillo, contraria a las doctrinas panistas, lo que significó, además, darle el control de la educación, del ISSTE y de la Lotería. Sabrá Dios qué más se pactó a espaldas del electorado.

No me gusta el voto útil porque tiene registro de marca y con él van en la nómina personajes como Creel y Castañeda.

Finalmente, no me gusta el voto útil porque hace chicharrón de las propuestas y los principios. El voto útil hace de los compromisos ideológicos y programáticos un rehilete; lo único que cuenta es llegar "haiga sido como haiga sido".

El desdibujamiento político nacional en tres coaliciones tan contradictorias como voraces y desvergonzadas es nieto del voto útil del 2000. Qué más da que el fundamentalismo religioso se encame con la supuesta izquierda troskista y el mesianismo tropicalizado; o que la derecha pacte con lo que queda de lo que pretendió algún día ser el referente de las izquierdas nacionales; o un PRI itamizado sin priístas y sometido a los chantajes de sus compañeros de coalición.

Los partidos, en su jauja, no lo perciben, pero el electorado los observa sin comprender y menos aceptar sus contradicciones y desfiguros.

En fin, no creo en el voto útil porque entrega la plaza de antemano, sin pelear por ella, sin arriesgarse, sin despeinarse.

Los pueblos suelen responder a liderazgos epónimos. Churchill ofreció a Inglaterra sangre sudor y lágrimas, y ésta lo siguió hasta la victoria. Los ingleses y Churchill estuvieron dispuestos a entregar la vida en ello, qué hubiera sido si hubiesen optado por la opción útil de someterse a Hitler o pactar con él en una opción útil. Qué sería de Europa y del mundo sin esa decisión de morirse en la raya.

Pues bien, eso es lo que no me gusta del voto útil, es un voto cobarde y entreguista.

No me gusta el voto útil porque no quiero que nadie me diga lo que Aixa le gritó a su hijo Boabdil tras la caída de Granada (1492): "No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre."

#LFMOpinión
#VotoÚtil
#Elecciones
#Castañeda
#MandatoDeLasUrnas

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: