Querer creer
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Tres citas a vuelo de pájaro de "Festín de cuervos" de George R. R. Martin mueven hoy mi pluma: "No se puede contener la marea con un muro", "Caminamos por la cuerda floja sobre profecías apenas recordadas (…), sobre maravillas y espantos que nadie puede aspirar a comprender", "Todos nos engañamos cuando queremos creer algo (…) y la falsa luz solo nos lleva a adentrarnos más en la oscuridad."
Es cierto, un muro no detiene la marea, podemos oírlo decir de quienes creen que la elección ya está ganada y es una marea imbatible. En su perspectiva el arroz ya se coció y su marea arrasara al que se le atraviese. Por el contrario, los que opinan diferente sostienen que basta un pequeño muro para parar su avance, habida cuenta que para ellos lo que presencian no es una marea. O bien que es la resaca de la propia marea la que recula su huella.
De igual forma caminamos sobre la cuerda floja, a final de cuentas eso son las elecciones hasta el último minuto de la jornada electoral; algunos, sin embargo, caminan en cumplimiento de una profecía, sobre maravillas que no aspiran a comprender, pero sí a vivir; otros, caminan sobre profecías que reniegan y espantos que pueblan sus días y noches. Las cansadas profecías de luz y oscuridad, obstinadas en ser olvidadas, guerrear en nuestra sangre.
Todos, unos y otros, nos engañamos con lo que queremos creer. En ambos casos hay más deseo que realidad.
Y tal vez esa sea la parte que debamos rescatar como sociedad abierta, objetiva y moderna: deseos, profecías, maravillas y espantos son falsas luces tras las que nos adentramos cada vez más en la oscuridad.
Ante el dogma de unos y de otros, ante sus esfuerzos indoctrinadores y polarizantes, me declaro en la duda e incredulidad. Como Santo Tomas, hasta no ver no creer.
No tengo respuestas a sus certezas, miedos y dudas, no cargo bola de cristal, me niego a engañarme creyendo engañar una realidad que no alcanzo a leer y menos a interpretar.
Nada más fácil que aceptar que el enfado, la desilusión y el miedo; nada más difícil de vislumbrar que lo que más nos conviene como nación.
Diría con Tocqueville "lo pasado no alumbra el porvenir; el espíritu marcha en las tinieblas."
Respeto y admiro la fe de quienes no sufren duda de futuro.
Yo, sin embargo, me doblo ante su peso inapelable.
Cogito, ergo sum.
@LFMOpinion
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