Si no confían en su gallo, pues es su problema
Muchos filopanistas tienen más de priístas de lo que creen. Les aterra la incertidumbre y se mecen los cabellos ante los riesgos propios de la democracia: que no gane su candidato.
Su insistencia por un voto útil forzado en la desesperación llega a ser verdaderamente enfadosa.
En las democracias gana el que tenga más votos; crecidos en los tiempos del partido hegemónico entienden la democracia como tierra sin incertidumbres, cuando es ésta la incertidumbre en esencia.
Queda claro que no me gusta López Obrador y que le encuentro más negativos que positivos, pero si gana, ganó. Ya nos tocará a los ciudadanos organizarnos verdadera y efectivamente (no electoreramente) para ejercer un control ciudadano sobre su poder.
Pero de allí a que sea un mal mexicano por no votar por Anaya porque entonces puede ganar López media un despropósito solo comparable al pánico de quien lo predica.
Lo curioso es que no entienden a quienes no compartimos su terror ni nos plegamos a su desesperación.
Sorprende también que busquen fuera lo que tenían en casa. Me explico, en lugar de andar mendigando el voto útil, debieran cuestionarse el costo en las estructuras panistas por el madracismo de Anaya, es decir, por escriturarse el partido y sus candidaturas; entablar alianzas contranatural y de alto costo por un apoyo que ya no llegó; la apuesta a un caballo muerto llamado PRD y a otro más vivo que el hambre conocido como Dante; los escándalos financieros, las respuestas a medias, las denuncias y camorras hijas de la desesperación de sus publicistas, un cuerpo de asesores coordinadores nodrizas cuyo único mérito es su ego desmandado y una campaña que no pegó. No puedo dejar de señalar una sonrisita que genera más desconfianzas que empatía.
A diferencia de ellos, yo observo un frente desarticulado, conflictuado, avocado más a lo que vendrá tras la derrota que a la victoria, cuya principal estrategia, el voto útil, parte del reconocimiento expreso y anticipado de la derrota.
Finalmente creo, que su desesperación es su peor enemiga y que su insistencia puede estar generando una corriente a favor de una opción diversa.
Por mi, vote usted como quiera y le plazca, que para eso es su voto. Se vale que le presenten alternativas, le bajen el cielo y la tierra, lo pretendan convencer con razones programáticas y de capacidad de cumplimiento; si quiere usted por simpatía o antipatía; pero que no lo presionen con el miedo que anida en otros. Que cada quien enfrente sus miedos en libertad.
Y si no confían en su gallo, pues es su problema.
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