EL IFE A LA DISTANCIA

El dos por ciento

El dos por ciento

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La voluntad del Señor en los bueyes de tu compadre

En el IFE no hay crisis. No señor, no existe tal.

Para acreditarlo los consejeros electorales van ahora tras la cabeza (y puesto) del Contralor Interno, Contador Carlos Muñoz Villalobos.

¿Y por qué quieren la renuncia del contralor, será por ineficiencia; acaso por alguna irregularidad, habrá un desempeño indebido, indeseable o, al menos, inferior al esperado? No, por supuesto que no, ni necesitan acreditar razón alguna. Para la ciudadanización basta y sobra con que los consejeros digan que le han perdido la confianza. Así pues, que quede claro, en el IFE no hay crisis, lo que sí hay es falta de imaginación para enmascarar la voracidad, la intolerancia y los proyectos políticos de sus próceres ciudadanizados.

Por lo visto no les bastó con Solís, Begné y Lara. Tampoco sirvió para maldita sea la cosa el espíritu de Cuernavaca y menos aún la tan cacareada autonomía y ciudadanización. La institución se hunde inmisericorde e irreversiblemente, y no a pesar de su autonomía y ciudadanización, sino por ello. La verdadera autonomía se logra en el control mutuo de las partes, no en la exclusión de algunas de ellas. Ya lo dijo Pérez Fernández del Castillo: "si el poder absoluto corrompe, el poder absolutamente autónomo corrompe absolutamente". La culpa, sin embargo, no es del niño que se orina en la cama, es del que se acuesta con él y acostados -y mojados- están, por igual, gobierno y partidos.

La diversidad de interpretaciones y concepciones que cruzan al IFE, por desgracia, no se ha traducido en su fortalecimiento, porque en lugar de procesarlas y encausarlas, los consejeros las han enfrentado, obstaculizado y perseguido para, finalmente, regatearles su confianza de autócratas.

No lo digo yo, lo asevera Alberto Begné en su carta de renuncia. Para él la diversidad de interpretaciones y concepciones acerca del IFE "lamentablemente se tradujo en tensiones y conflictos internos que, desde un inicio, gravitaron en la vida institucional y, en algunos casos, se distorsionaron y contaminaron por factores ajenos al interés superior de la función electoral". Cabe resaltar dos de sus afirmaciones: "desde un inicio" y "factores ajenos". La primera acredita que su visión no se circunscribe a la designación del Secretario Ejecutivo, como pretende hacerlo creer un defensor de oficio de los consejeros. La segunda, pone en entredicho el discurso de la autonomía del IFE, discurso en el que se parapetan conductas nada autónomas e imparciales.

Las tensiones y conflictos han estado a la vista de todos y las inconsecuencias y parcialidades de los consejeros también. En pleno proceso electoral los consejeros sembraron la discordia al tachar a 98 por ciento de los funcionarios del IFE de oficialistas. Algunos fueron objeto de filtraciones dolosas a la prensa. Cuando con y en derecho reclamaron, los consejeros se llamaron perseguidos por una campaña oficialista. La descalificación sin argumentos y pruebas sigue y seguirá. Pero, ¿y el dos por ciento del nuevo IFE quién lo integra y cuál ha sido su desempeño? Veamos algunos casos epónimos:

Jorge Moreno Durán, Vocal Ejecutivo en Tlaxcala, recomendado por Mauricio Merino, tuvo a bien renunciar hace unos días para lanzarse como precandidato del PAN a la gubernatura del Estado. Si la renuncia hubiese sido de algún vocal del viejo oficialismo y otro el partido, seguramente los consejeros estarían exigiendo la destitución de todos los vocales nombrados antes de 1997, pero como se trata del dos por ciento, guardan parcial silencio.

Por contrapartida, el Vocal Ejecutivo en Chihuahua fue suspendido durante dos semanas por estar presente en una reunión de delegados federales donde se comentó el proceso de nominación del candidato priista a la gubernatura.

Manuel González Oropeza, Vocal Ejecutivo del DF, impulsado por Zebadúa, desempeñó su cargo siendo simultáneamente investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, asesor de un subsecretario de Estado, presidente del Instituto de Estudios Legislativos del Congreso del Estado de México y coordinador de la Mesa Tres para la reforma política del DF. Por si fuera poco, existe en curso una investigación por la no comprobación de una cantidad nada despreciable durante el proceso de 1997. Al ser del dos por ciento goza de la comprensión y protección de la autonomía ciudadanizada.

En Quintana Roo, Germán Silva Suárez, promovido a Vocal Ejecutivo por Jesús Cantú, acredita todos los días lo que no debe ser ni hacer un funcionario electoral. En él no se sabe cuando habla la autoridad y cuando la alianza cívica. Los consejeros, por supuesto, no piensan retirarle su confianza.

En Sinaloa, el contador Miguel Ángel Ochoa Aldana, también Vocal Ejecutivo del dos por ciento, es reconocido por su parcialidad panista en el ejercicio de su función pública y su discurso ciudadanizado y autonomista.

Nótese que no hablo de su pasado, amistades y familia, señalo, sí, su desempeño público en tanto funcionarios electorales. Pero no hay crisis, no. No hay tal.

PS. Me encuentro con que el consejero Cárdenas tiene defensores. Qué bueno, los va a necesitar. Coincido con don Ernesto Villanueva en que el IFE es un "ejemplo paradigmático", sí, de lo que no se le debe hacer a una institución. Ahora que, como afirma don Ernesto, si el consejero y su familia no tienen "intereses económicos o políticos personales qué proteger", ¿por qué el consejero se obstina en no presentar su declaración patrimonial?


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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