PARRESHÍA

¿Nosotros?

¿Nosotros?

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El peso de la palabra

"Para nosotros, el gobernador electo de Puebla es Miguel Barbosa (…) Yo no puedo encabezar el movimiento porque ya no me corresponde", dijo López Obrador en un mitin de funcionarios electos en su ahora casa de transición.

Yerra de cabo a rabo.

¿Nosotros? ¿Quiénes integran ese nosotros? ¿Los morenistas ahí reunidos o los mexicanos todos?

Al candidato electo lo traiciona el discurso. La palabra pesa y no pesa lo mismo la de un candidato a la de un virtual Presidente, porque el segundo habla virtualmente en nombre de la nación, en tanto no asuma formalmente el cargo para el que fue electo.

En México, el Presidente es, a su vez, jefe de gobierno y jefe de Estado; para hacerme entender en el se juntan las cachuchas del Primer Ministro y la reina de Inglaterra; en el primer caso encabeza un gobierno lidereado por un partido o coalición de ellos, en el segundo representa al pueblo Ingles todo, a su organización política y a su soberanía.

A López Obrador le traicionó el inconsciente y le ganó el candidato que trae adentro; el nosotros del que habla es Morena, no México y allí se equivoca.

Se entiende que es toda una vida de nosotros como colectivo en reclamo, plantón, marcha o mitin; pero hoy "su" nosotros sobrepasa a cualquier colectivo para expresar a México.

Y qué decir del no puedo encabezar el movimiento porque ya no me corresponde, que devela el conflicto que arrasa su psique en estas horas de transición entre el candidato y el virtual gobernante, entre el movimiento y el gobierno.

Debe ser muy difícil entender que pronto los movimientos, las marchas, los plantones, las tomas de instalaciones y vías públicas, las manifestaciones serán en contra del gobierno que él encabezará. Quiero ver cuál será su reacción como Jefe de estado cuando intenten quemar las puertas de Palacio.

Si Bien López Obrador, por los tiempos electorales no ha sido declarado aún Presidente Electo, ya es, según los cómputos oficiales, candidato electo y como tal debe conducirse. Morena es un partido más del tablero político en un México que por mucho rebasa el circuito electoral, y él, como candidato Electo, no puede, ya no encabezar un movimiento, que tanto disfruta, sino hablar por una parcialidad y menos contra una autoridad constituida en un asunto que, además, está sujeto al juicio de otra autoridad.

Y no lo puede hacer porque virtualmente él es ya también una autoridad y las autoridades solo pueden hacer lo que la ley expresamente les faculta.

Decir que no puede encabezar el movimiento, aunque quisiera, es desconocer todo el sistema de autoridad que está próximo a encabezar; es negar su propio triunfo, porque si desconoce los de otros incubados en las mismas casillas y bajo las mismas autoridades, de alguna forma autoriza a quienes, como él, quieran saltarse las trancas desconociendo los cauces legales y encabezar movimientos, incluso en su contra. Lo peor es que es legítimo que un ciudadano lo haga, más no una virtual autoridad producto de las elecciones que, ahora, quisiera combatir.

López Obrador debe de interiorizar que ya no es movimiento, ni candidato; y debe aprender el peso de sus palabras.

Por mi parte, como ciudadano que puede hacer todo aquello que la ley no le prohíba, condeno las atrocidades de Puebla de una y otra parte.

Los extremos se llaman y Moreno Valle está a la altura de Barbosa, dos trogloditas dignos de los años cuarentas del siglo pasado y, cuantimás, lamento y condeno el actuar del INE que, trepado en el triunfo de López Obrador, festina una democracia que solo está en sus mentes febriles y protagónicas, mientras los votos que no aparecen, la violencia, las inconsistencias en cómputos y sus propios yerros, insuficiencias y omisiones nos muestran una democracia que niega sus alabanzas en propia boca.

PS.- El tiempo es un factor vital para el político, la oportunidad es parte táctica de toda estrategia. No por mucho madrugar amanece más temprano, pero aún sin amanecer el desgaste puede ser corrosivo. Sabia virtud de conocer el tiempo.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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