SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL

LA SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL. Parte II.

LA SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL. Parte II.

Foto Copyright: HUGO RODRIGUEZ BARROSO

Entendiendo al ser humano como un ente que existe de modo orgánico, racional y espiritual. Y aún más, que en su esencia está ser mejor y trascender. Es menester recordar que somos parte de la naturaleza, de la energía de nuestro planeta y del universo. No hemos nacido de la nada, y al tiempo en que la ley divina nos llegue, solo nos transformaremos en materia distinta.

Es así que el centro generador de energía más cercano que tenemos es nuestro cuerpo. De ahí que sea conveniente llevar una alimentación sana y nutritiva, hacer ejercicio físico y de ser posible escalarlo al deporte, mejorar nuestra capacidad de concentración, elevar nuestra autoestima y velar por la seguridad propia y de nuestras familias. Pero además es importante desenvolvernos en los ámbitos que inciden de manera preponderante en la vida: en la cultura, las artes, la ecología, la ciencia, la ayuda humanitaria. Para vivir mejor y vivir bien, para influir en la sana convivencia dentro de la comunidad y lograr la cohesión social. En última instancia para fortalecer a nuestra Patria y sentirnos orgullosos de ser mexicanos.

Y de nuevo, debemos regresar a la naturaleza: integrarnos a ella para que el proceso sea eficaz y duradero. Esto es, sustentabilidad individual. La sustentabilidad o sostenibilidad global no pueden ser entendidas ni efectivas, sin trabajar de manera convencida y sistemática en nuestra propia persona, en nuestro cuerpo, en la mente, en nuestra actitud y disposición a cambiar y, claro, en ser mejores cada día: para lograr el progreso integral sostenible, y en la esfera de lo individual, la felicidad y trascendencia del ser.

La sustentabilidad individual es un concepto que venimos trabajando en la Fundación México en la Cima del Mundo, A.C. Inició con esas prácticas incipientes de las que hablaba al inicio de mi participación en esta sección (en el artículo anterior) y que fue tomando forma en los años de 1997, 1999 y 2000 cuando realicé tres expediciones al Monte Everest, en las que impulsé una campaña social, educativa y ecológica; y de manera formal en los años 2002, 2004, 2006 y 2008 cuando publiqué y registre ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor cuatro planes maestros: a) de Formación Cívica y Ética, b) de Reingeniería Política para México, c) para enfrentar el Cambio Climático, y d) de Impulso Económico.

Pero el concepto como tal viene de un estilo de vida que desarrollaron nuestros padres y abuelos, y sus ascendientes. Que se esparció desde el surgimiento de las civilizaciones de Mesopotamia, Egipto, en la antigua China, en el Imperio Romano y desde luego en las culturas prehispánicas del continente americano con destacada presencia en aquellas asentadas en lo que hoy es territorio mexicano.

Un pasado rico en evolución que, ante la ausencia de la industrialización, como la concebimos hoy, las economías se focalizaban en la producción agrícola y en el comercio a corta distancia. La alimentación era otra, la vida sedentaria relativa, el transporte a pie o a caballo, las emisiones contaminantes a la atmósfera no representaban ninguna amenaza. No buscamos regresar al pasado ni alejarnos de la modernidad, sería absurdo, insensato, mojigato y demagógico. Pero conviene recordar nuestros orígenes, comprender nuestra esencia, analizar nuestra vida y vislumbrar nuestras perspectivas y horizontes.

Es urgente que impulsemos la filosofía que merece la ciencia y ser condescendientes con nosotros mismos y el prójimo: que al paso en que caminamos, no dejaremos atrás vicios, enfermedades, mezquindad, corrupción, mediocridad ni negligencia. Es importante despertar del letargo anímico en el que estamos atrapados por el consumismo, la soberbia y vanidad, la deshumanización e insensibilidad, el egoísmo y la psicopatía social de creernos el centro del mundo.

Estamos, claro es, en un punto de inflexión – cuando la pendiente de la curva es igual a cero y por lo tanto la tendencia de la misma puede ir en cualquier sentido. Considero que lo primero por hacer es generar conciencia de lo que enfrentamos, pensar en las generaciones que nos siguen y actuar de manera rápida porque el mundo se ha hecho más pequeño en términos de interconexión e interacción; por consecuencia se ha hecho cotidiano y dependiente de lo superfluo, de la materialidad y la chatarra, de lo "sin sentido" e inmoral – no solo porque nos aleje de los valores sino porque nos desmiembra de la Patria y sin ella no hay conciencia de lo demás.

Oportunidades tenemos pocas en la vida para cambiar y hoy no solo es oportunidad sino necesidad. Para preservar la vida humana y la de la biodiversidad. Que no es nuestra, como nosotros no somos de nadie - en todo caso de la energía universal.

Todos tenemos una gran tarea que hacer: trabajar en equipo, unidos, con funciones definidas y delimitadas, con vocación de servicio y convicción. Pues todo transcurre, desde el arranque hasta los procesos y la culminación, por el trabajo individual y familiar.

Lograr el cambio en nosotros mismos, primero, antes que con los demás, redundará en empoderar nuestra esfera de influencia, en hacer traspasar ese cambio propio en actitud individual hacia el cambio general, al espíritu de la comunidad y de la sociedad. Así se empieza, y así se termina, y la misión que conlleva es exactamente lo que es: la Sustentabilidad Individual.

"Debo a los dioses el haber tenido buenos abuelos, buenos padres, un buen hermano, buenos maestros, buenos aliados y amigos, todo o casi todo me ha sido bueno."
- Marco Aurelio –


#LFMOpinion
#SustentabilidadIndividual

Hugo Rodriguez B.

Hugo Rodriguez B.

Nací en Tlalpan, Distrito Federal y cursé tres licenciaturas: en Comunicación, en Derecho y en Economía. La Maestría en Administración y el Doctorado en Ciencias. Adicional a mis actividades académicas, destaqué en los ámbitos deportivo y profesional. Deportivamente, ascendí en dos ocasiones al Monte Everest y soy el único ser humano que sobrevivió una noche en las inmediaciones de la cumbre sin oxígeno, tienda de campaña ni sleeping bag, situación de sobrevivencia que me fortaleció en disciplina y determinación para lograr todo lo que me he propuesto en la vida. Adicionalmente crucé a nado en dos ocasiones el Canal de la Mancha. Además tengo el récord mundial de larga distancia en nado de mariposa de 70 kilómetros de Cozumel a Cancún. Fui galardonado con el Premio Nacional del Deporte en 1986 y el Deportista del Siglo en el año 2000 (con 55 deportistas más de diversas disciplinas). He sido considerado como uno de los deportistas de extremo y alta resistencia más destacados del mundo.

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