SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL

LA SUSTENTABILIDAD Y LOS VALORES. Parte I.

LA SUSTENTABILIDAD Y LOS VALORES. Parte I.

La ética está estrechamente ligada al libre albedrío: elegir entre hacer el bien o el mal. El problema comienza al intentar definir que es "el bien" y "el mal" para unos y otros. Por ende, el primer valor que manejamos en la Fundación "México en la Cima del Mundo" es la "Libertad": enfocado a un tema de la corresponsabilidad del individuo viviendo en sociedad.

La ética es una rama de la filosofía que aborda el estudio de la conducta del ser humano. Su raíz etimológica viene de la palabra "ethos" que significa "morada," luego derivó en "ethikos" que significa "carácter". Y aunque parece sinónimo de la moral, la ética rige el comportamiento de la persona mientras que la moral el de la sociedad – sea en usos, costumbres o normas no religiosas o jurídicas.

Los valores, en cambio, constituyen elementos de la ética y de la moral, que le dan pragmatismo a la vida cotidiana de la raza humana, en un contexto desde luego humanista. Y aunque en diferentes sociedades los valores pueden operar en vía distinta, el hecho es que, también existen valores que son universales: a éstos nos referimos cuando en la Fundación México en la Cima del Mundo hablamos de los "Valores de Actitud para la Excelencia."

Desde nuestro punto de vista, dichos valores, se tienen o se carecen de ellos, es decir, no se tienen a medias. Son un todo, como la ética. Y aplican para todas las personas, sin importar su raza o nacionalidad, su ideología o creencias, porque son la principal herramienta de los individuos para ser mejores cada día, para aspirar a la felicidad, a la trascendencia, para coadyuvar a la evolución de la colectividad.

No es cuestión menor aceptar que uno de los más grandes problemas que padece nuestro país, hoy en día, es la constante hipocresía, negligencia, mediocridad y corrupción de la mayoría de su gente. Y que la fuente común que hace crecer a tales flagelos sociales, es precisamente la carencia de valores. De los valores universales a los que me refería, que no caducan, que son claros y sólidos. Empero, en este devenir de la modernidad, en donde la simulación, el enriquecimiento "a como dé lugar" y el afán por estar encima de los demás, son pan de todos los días, los valores parecieran ser un mero idealismo ético, en vez de una guía personal, familiar, comunitaria, nacional y global en nuestro actuar diario.

Más aún, pero con enorme severidad, debemos aceptar, que hoy estamos peor que nunca. Así de cierto es. Por un lado tenemos a aquellos que sabiéndose en los antivalores, así llevan su vida y hasta la presumen; y por el otro, o los que creen vivir en valores, pero los practican a conveniencia (dependiendo de sus circunstancias, comodidad o por tratarse de "negocios") o los que luchan a diario por mantenerse en la línea. Y bueno, hoy en día, cualquier cosa es aceptable o practicable – como reacción espontánea a ese complejo de inferioridad del que nos hablaba desde 1934 Samuel Ramos (seguidor de José Vasconcelos) en su libro "El Perfil del Hombre y la Cultura en México."

Así que:
- ¿Los valores vienen con uno al nacer?
- ¿Se adquieren como si fuesen una cosa más?
- ¿Nos los inculcan nuestras madres y padres?
- ¿Se pueden tener y luego perderse en el camino?
- ¿O simplemente son lo más parecido a una prenda de vestir que se ponen y se quitan de acuerdo a la agenda de cada día?
- Lo anormal, es ya normal.

Como muchos de ustedes, que me hacen el honor de leer, y que les conozco porque a lo largo de la vida hemos confluido; y de otros, a quienes no conozco, pero trato de aprender de su pensamiento y obra, nos une con seguridad la respuesta. Aprovechemos entonces para agradecer a nuestros padres y maestros. Principalmente.

Y no puede ser más oportuno este artículo, en esta fecha, para mí, que como una manifestación de agradecimiento permanente a mi madre, a mi padre, por esos valores que me inculcaron. Digo que oportuno es el día, cuando es hoy, luego de 30 años transcurridos ya, justamente, cuando establecía la marca mundial de distancia a nado de mariposa de 70 kilómetros, de Cozumel a Cancún. Siendo que no fue un nado de un solo intento, sino el segundo, pues al primero no había superado los 40 kilómetros - ante la marca de un estadounidense de 55. Más sin embargo, esos valores me hicieron intentarlo nuevamente y, de hecho, a realizar, sin descanso, ni distracción, los "setenta" que hoy siguen vigentes y que nadie más ha podido mejorar.

Gente amable de alta experiencia en "la mar" me había dicho que nadar de Cozumel a Cancún era imposible, que nadie lo había hecho – un consejo sincero, pensando ellos que lo haría en estilo de crol (de la palabra "crawl" en inglés). Lo primero lo oí pero no lo escuché; lo segundo, ya lo sabía. Antes de lanzarme al agua en el segundo intento, sabía que lo lograría, y que sería el primero en nadar de Cozumel a Cancún: no hubo duda.

Resulta fácil decirlo, pero cada brazada fue extenuante, más en mar abierto, porque en función de la densidad del agua salada es la fuerza inversa a la que te enfrentas al tratar de sumergir la cabeza, para hacer el vulgarmente llamado "movimiento de delfín." Las primeras tres horas fueron cruciales, dado que debíamos vencer la corriente del Canal de Cozumel y acercarnos a la costa quintanarroense para seguir en paralelo hasta Punta Nizuc (cerca del aeropuerto de Cancún). La clave fue la concentración, pues el entrenamiento físico venía de cuatro años atrás, concentrarme en hacer las horas en minutos y los minutos en segundos, concentrarme en cargarme de energía a cada respiración y expeler el dolor en cada patada, con los pies juntos para hacerlo efectivo. Sin duda la prueba deportiva de mayor dificultad que he realizado en mi vida. De inmensa intensidad.

Para mí ha sido un orgullo porque soy mexicano: orgullosamente mexicano, con valores de mexicano. Que sin importar si somos mayoría o minoría, somos mexicanos que traemos esos valores, de nuestros padres, abuelos y ascendientes de familia y de la Patria. Los mismos valores que ellos traían en el corazón, justo en armonía con los colores de nuestra Bandera Nacional y su escudo imponente.

Por inaudito que parezca, esa marca la había alcanzado gracias al Canal de la Mancha, de dos años antes. Y por implausible que se vea, esos mares me llevaron a los cielos, a las montañas. Claro está, con la misma filosofía, ética, con los mismos valores de mexicano.

Reto, objetivo, actitud, confianza, trabajo en equipo, constancia, carácter: valores trascendentales en la vida, fundamentales en la Sustentabilidad Individual; los mismos que dieron origen a la Fundación México en la Cima del Mundo hace 20 años.

"Las cosas más bellas son las que inspira la locura y escribe la razón."
– André Gide –



#LFMOpinion
#SustentabilidadIndividual

Hugo Rodriguez B.

Hugo Rodriguez B.

Nací en Tlalpan, Distrito Federal y cursé tres licenciaturas: en Comunicación, en Derecho y en Economía. La Maestría en Administración y el Doctorado en Ciencias. Adicional a mis actividades académicas, destaqué en los ámbitos deportivo y profesional. Deportivamente, ascendí en dos ocasiones al Monte Everest y soy el único ser humano que sobrevivió una noche en las inmediaciones de la cumbre sin oxígeno, tienda de campaña ni sleeping bag, situación de sobrevivencia que me fortaleció en disciplina y determinación para lograr todo lo que me he propuesto en la vida. Adicionalmente crucé a nado en dos ocasiones el Canal de la Mancha. Además tengo el récord mundial de larga distancia en nado de mariposa de 70 kilómetros de Cozumel a Cancún. Fui galardonado con el Premio Nacional del Deporte en 1986 y el Deportista del Siglo en el año 2000 (con 55 deportistas más de diversas disciplinas). He sido considerado como uno de los deportistas de extremo y alta resistencia más destacados del mundo.

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