EL IFE A LA DISTANCIA

Entre el absurdo, la paranoia, la inconstitucionalidad y el suicidio

Entre el absurdo, la paranoia, la  inconstitucionalidad y el suicidio

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A un consejero electoral del Consejo General del IFE —miembro de su máximo órgano de dirección, sujeto al régimen de responsabilidades de los funcionarios públicos e, inclusive, a juicio político, aunque también protegido por el juicio de procedencia en caso de acusaciones penales— se le exige, entre otras cosas, no desempeñar ni haber desempeñado el cargo de presidente del Comité Ejecutivo Nacional de algún partido, no haber sido registrado como candidato a cargo de elección popular en los últimos cinco años y no desempeñar ni haber desempeñado cargo de dirección nacional o estatal en algún partido en los cinco años anteriores a su designación. Suena lógico ¿no? ¡Ah!, pero para ser "asistente electoral", un simple auxiliar de Junta y Consejo Distrital, contratado eventualmente por algunas semanas, se requiere "no militar en ningún partido u organización política". No preocupa tanto la desproporción de exigencias entre uno y otro cargo, como la inconstitucionalidad de este último requisito, y más aún que tan mayúsculo despropósito sea un mandato legal del Cofipe. ¿A dónde hemos caído?, ¿hasta dónde nos va a llevar esta paranoia electoral?

No desconozco, menos niego, y menos aun defiendo, la historia negra de nuestras elecciones. Pero una cosa es combatir ese tórrido pasado, y otra muy distinta es combatir a las propias elecciones y, más aun, hacerlo conculcando derechos políticos.

"No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito". Es prerrogativa del ciudadano "asociarse individual y libremente para tomar parte en forma pacífica en los asuntos políticos del país", reza la Constitución. No hace falta decir nada más.

No sé qué gravite más en el precepto del Cofipe relativo a asistentes electorales, si el absurdo o la paranoia. Dice el texto que para ser asistente electoral se requiere ser ciudadano mexicano, "en pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos", derechos que seis inicios abajo conculca, en violación constitucional, al exigir: "no militar en ningún partido u organización política", es decir, no ejercer plenamente sus derechos políticos.

Volvamos a la Constitución, "el contrato de trabajo sólo obligará a prestar el servicio convenido (…), y no podrá extenderse, en ningún caso, a la renuncia, pérdida o menoscabo de cualquiera de los derechos políticos o civiles. El colmo de los colmos, es que esta desmedida aberración es obra de quienes -también por la Constitución- "tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática": los partidos políticos.

Aquí el absurdo o la paranoia se convierte en suicidio. ¿Cómo explicarse que una organización que se integra por ciudadanos, que es expresión acabada del "pleno ejercicio de sus derechos políticos" y que requiere de la participación ciudadana para su vitral sobrevivencia, sea quien, en violación a la Constitución, exija que para ser "electoralmente confiable" se conculquen los derechos ciudadanos de asociación política que le dan vida, la explican y justifican? ¡El mismísimo Kafka se pegaría un tiro! Tenemos que hacer un alto en el camino y replantear esta inercia que quiere construir la democracia penalizando la base en que se sustenta y haya su razón de ser: la participación ciudadana.

Las sociedades se construyen y funcionan sobre el principio de la buena fe. La buena fe se presume, lo que requiere probarse es la mala fe. Cuando las sociedades, como la nuestra hoy, invierten esta máxima, lo único que logran es hacer saltar en pedazos los pilotes sobre las que se asientan. De seguir así, mañana no habrá nada ni nadie en que confiar. Las relaciones serán imposibles porque antes de saludarnos tendremos que probarnos recíprocamente que no ocultamos ninguna intención perversa, pero como ésta habrá de presumirse, antes de poder probar nuestra buena fe habremos entrado en conflicto.

Bienvenidos a esta versión mexicana del mundo feliz, donde, ahora sí para tranquilidad de la paranoia partidista, cada quien verá por sus singulares intereses y no podrá presumirse ningún sesgo de interés partidista, porque no habrá partidos, ni elecciones, ni razón de permanecer unidos, ni proyecto común, ni móvil para cooperar socialmente. Es decir, no habrá política.

Síganle, van por muy buen camino.

#LFMOpinión
#IFE
#Cofipe
#Consejeros
#ParticipaciónCiudadana

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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