Nuevo fuero

¿Qué cambiará luego de que el presidente López Obrador haya protestado ante el Congreso de la Unión cumplir y hacer cumplir la Constitución? ¿Se habrá cumplido una formalidad o habrá tenido lugar un acto profundamente político que lo comprometerá a ajustarse a los intereses superiores de la nación? Porque en las últimas semanas el activismo del Presidente electo no sólo ha sido desconcertante para el respetable sino que lo ha mostrado desconcertado con los suyos y consigo mismo. Desdeñoso y voluble ante la Ley, socarrón cuando no iracundo con sus críticos, mandón y autoritario con sus cercanos. Y con una dislalia que no le ha impedido mostrarse atento y seguro servidor de los banqueros a los que promete no tocarlos ni con el pétalo de una iniciativa tan justa cuanto intempestiva como la presentada por Monreal en el Senado con la que el zacatecano se presentó como el último modelo, la más reciente versión del tigre amarrado de aquella famosa metáfora usada por el propio AMLO ante la misma gente cuando fue invitado como precandidato a la asamblea de banqueros. Curiosa metamorfosis: de amenaza en la precampaña a promesa en el interregno. De seguir por ese camino ¿en qué se convertirá una vez que la eucaristía democrática de la protesta ante el Congreso haya transubstanciado a AMLO de electo en constitucional y sus palabras y actos ya no sean en nombre de su mayoría sino de la Nación entera? La maniobra de amenazar al pueblo con volver intocable al gran capital financiero y bancario ¿dará lugar a un nuevo fuero que dé signo y rumbo a la cuarta transformación? O por el contrario, una vez montado en el cuaco de la Revolución institucionalizada ¿cumplirá y hará cumplir la Constitución y las leyes?


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