SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL

MEDIOS Y SUSTENTABILIDAD.

MEDIOS Y SUSTENTABILIDAD.
vorágine digitaV

Las matemáticas y el lenguaje hacen a los medios de comunicación. Los medios por lo tanto, también pueden crear y procurar el arte. Aunque depende quien los detente, opere y quien o quienes los emisores sean: nuevamente el factor humano, que todo lo engrandece o empequeñece.

Evidente es que con la modernidad los medios se han transformado y los mejores han evolucionado. Han expandido su espacio de influencia, de lo local hacia lo regional, hasta lo nacional, continental y a nivel global. Han penetrado a millones de hogares, familias y personas, así como cada mente para ejercer influjo, dominio y poder en el actuar de los individuos y ciudadanos del mundo.

Pero sin duda también que los medios – o sus dependientes, cuando menos la mayoría – han fallado en su propósito de informar y formar; por el contrario, en su ansia mercantilista y mercenaria, han dedicado lo valioso de sus vidas y oportunidades para trascender, en desinformar y mal formar. Que no siendo suficiente, en la época digital, el uno – cero – cero – uno, se ha materializado en el cero – cero – cero – cero; sea que se sume, reste, multiplique o divida, que de todos modos dan cero. Cero contribución social, cero nacionalismo, cero formación, cero trascendencia, cero Sustentabilidad Individual.

Aún más, en la vorágine digital, han brotado las redes sociales: benditas para unos y malditas para otros. Y si antaño nos quejábamos de quienes detentan los medios masivos de comunicación, hoy nosotros, cada uno, los individuos, casi todos, o la mayoría, como en el Directorio de la Primera República Francesa, el de Maximilien Robespierre, o somos aclamadores o justicieros o verdugos. Todo se vale, nadie se detiene ni nos detienen. Vergonzosamente ahí creemos que ejercemos nuestras libertades: ¡háganme el favor!

No es extraño pues, encontrar, ver y leer, en las redes, todo tipo de memez. Pareciera que lejos de lograr la expansión de la tolerancia, la sabiduría, humildad y humanidad, se redobló y propagó la banalidad, acompañada de futilidad y nimiedad. Porque los receptores miles se convirtieron en emisores exponenciales. En millones. Imparables, empoderados en lo que mejor le sale al ser humano: la inmediatez e insignificancia - no todos, claro está. Pero no me mal interpreten, que no las condeno ni satanizo. De hecho, por las redes, los pocos que me distinguen al leer estos textos, es que los puedo alcanzar.

Les dejo un ejemplo de los medios y las redes. Los medios que dieron origen a los denominados "talk-shows" y "reallity-shows", en donde productores, conductores y demás sujetos difunden y promueven que la gente se insulte y denigre entre sí, e inclusive, se lidie a golpes para justificar el ensanchamiento de la violencia como forma barata y rentable de entretenimiento – como bestias que los animales están muy por arriba de ellos (me refiero a los "comunicadores"). Y en las redes la aparición y reproducción de las tribus de malandros cobardes talibanes, que torpedean a quien practica la pluralidad y enriquecimiento de sus ideas en una acción de libertad de expresión, sólo por pretender imponer sus "causas" falsas como hienas hambrientas que buscan acomodarse con el amo.

Pero establezco los ejemplos exclusivamente para llegar a la premisa de origen: el medio es también el individuo, y dependiendo de la calidad del individuo, será la calidad del contenido, del mensaje, en consecuencia, del medio.

Y a todo esto, ¿en qué lugar queda la publicidad?

Allá por 1983 cuando tuve la oportunidad de presentar mi examen profesional y defender mi trabajo de tesis para la primera licenciatura, la de Ciencias de la Comunicación, abordé el tema de la Legislación de la Publicidad – aprovechando que en forma paralela estudiaba una segunda licenciatura, la de Derecho. Los sinodales eran profesionales en agencias de publicidad, y uno, específicamente, tomó personal la discusión dado que mi propuesta era conformar un único cuerpo jurídico en el que se establecieran las disposiciones idóneas para regular la actividad publicitaria, tanto para agencias, como a medios y anunciantes.

La razón era simple: la mayoría de la publicidad en medios electrónicos, impresos y exteriores resultaba engañosa y en ocasiones de alguna naturaleza fraudulenta. Como cuando se motivaba al consumidor a adquirir un aparato de ejercicio físico en el que se observaban resultados que solo se pueden lograr con trabajo de entrenamiento sistemático por más de dos horas; o al ver la fotografía de un empaque de papas que se desbordaban por la bolsa cuando el contenido normalmente llega a la mitad; o por la persuasión de consumir comida chatarra y bebidas azucaradas mediante la utilización de modelos casi inmejorables en apariencia física, siendo que en la realidad ese tipo de productos ocasionan sobrepeso, obesidad y a largo plazo enfermedades cardiovasculares y gastrointestinales que pueden terminar con la vida en forma anticipada - con la consecuente deformación del cuerpo en el proceso.

Desde luego que, adicionalmente, fui el primero en proponer la prohibición total de la publicidad de alcohol y de tabaco en medios electrónicos. Y no porque esas industrias las considere enemigas de la sociedad, sino por los efectos que ocasiona su publicidad en niños y jóvenes, que lejos de aspirar a desarrollar una vida de retos deportivos, artísticos, científicos o ecológicos, quedan atrapados en aspiraciones de consumo insustanciales.

Luego de 35 años poco se ha hecho al respecto. La publicidad sigue siendo engañosa. Los productos "milagro" abarrotaron los canales de televisión y las baratijas nutricionales vuelan por las redes con todo y "promotores" de sustancias exiguas de las que se desconocen aún sus efectos secundarios.

No obstante, la defensa de publicistas y comparsas es que el consumidor tiene la libertad de elegir, al tiempo que el asunto en suma se convierte en un problema de salud pública que tiene incluso en "jaque" a las finanzas del erario federal, para conformar, con el problema de las pensiones, la siguiente bomba económica por estallar en los países subdesarrollados y en vías de desarrollo. La única vacuna: la educación, la formación integral y la Sustentabilidad Individual.

Empecemos por nuestra familia si es que no deseamos comenzar con nosotros mismos. Porque el no hacerlo es permitir el envenenamiento de nuestros hijos, es heredarles un mundo de "chatarra" y malos hábitos, y garantizarles enfermedades crónicas adquiridas por la irresponsabilidad de sus mentores. Y de todos modos, recordemos que, la mejor educación es esa que se practica con el ejemplo.

"La televisión se nos aparece como algo semejante a la energía nuclear. Ambas sólo pueden canalizarse a base de claras decisiones culturales y morales."

- Umberto Eco -




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Hugo Rodriguez B.

Hugo Rodriguez B.

Nací en Tlalpan, Distrito Federal y cursé tres licenciaturas: en Comunicación, en Derecho y en Economía. La Maestría en Administración y el Doctorado en Ciencias. Adicional a mis actividades académicas, destaqué en los ámbitos deportivo y profesional. Deportivamente, ascendí en dos ocasiones al Monte Everest y soy el único ser humano que sobrevivió una noche en las inmediaciones de la cumbre sin oxígeno, tienda de campaña ni sleeping bag, situación de sobrevivencia que me fortaleció en disciplina y determinación para lograr todo lo que me he propuesto en la vida. Adicionalmente crucé a nado en dos ocasiones el Canal de la Mancha. Además tengo el récord mundial de larga distancia en nado de mariposa de 70 kilómetros de Cozumel a Cancún. Fui galardonado con el Premio Nacional del Deporte en 1986 y el Deportista del Siglo en el año 2000 (con 55 deportistas más de diversas disciplinas). He sido considerado como uno de los deportistas de extremo y alta resistencia más destacados del mundo.

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