Política de alcantarilla
La semana se la lleva el descrédito como política.
Napito, Nestora, Germán Martínez, Salgado Macedonio, Olga Cordero y más, son un juego de espejos y ruido electorero que le salieron muy caros a Andrés Manuel esta semana. El desconcierto de su equipo y hasta su indignación dejan ver el circuito autocrático en la toma de decisiones que se expresa con nítida abyección en el beso extasiado de Layda Sansores en la mano del Mesías.
A Anaya se le acabó el discurso del PRI corrupto, del PRI desfondado y de su ascenso demoscópico. Bueno, hasta la guitarrita perdió, los espías ya no lo siguen y no hay torres que trepar.
En su desesperación, lanza a dos escuderos de poca monta y casa ajena a acusar a sus acusadores de priístas, dejando ver el vacío que en su defensa encuentra en las filas y personajes panistas.
La semana se la llevó en una defensa gastada y la perdió miserablemente sin poder articular una sola explicación.
No obstante, las estructuras panistas encarnadas en la Auditoria Superior de la Federación y un mucho de fuego amigo, lograron, si bien no salvarlo de su escándalo, al menos sí contrastarlo con el de Rosario Robles y lo que Animal Político bautizó como la Estafa Maestra, en demérito, obstáculo y lastre de la campaña de Meade que logra, al menos, hacerle un guiño a las huestes desconcertadas priístas nombrando coordinadores de circunscripción en un acto privado para boletín, cuya circunspección en sus rostros dice más que mil palabras.
Y bueno, la Constitución Moral y sermón religioso en boca del encaminado a su rancho le espantaron más votos que Napito, Elba Esther y Abarca juntos.
Lo más lamentable, sin embargo, son las maromas de Germán Martínez Cázares, obligado a un tour de medios digno del oprobio. La única explicación que le hallo en descargo de la lastima que me causa es demencia senil precoz.
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