PARRESHÍA

¿Estado sin política?

¿Estado sin política?

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Un gesto Unamúnico de convencer, no de vencer

Estado es una situación de ser o estar. Situación que permanece; digamos que es estable.

Para que el Estado de Derecho sea, lo primero que se requiere es un estar mantenido, constante. Un orden, sí; una organización, también; una vida normada, por supuesto.

Pero todo lo anterior implica la existencia de una sociedad más o menos estable.

Unidad, le llaman algunos.

Unidad a la que llamó ayer, por cierto, el Rey de España a los catalanes. Bueno, a las franjas de ellos a los que se refirió, porque hubo otras ignoradas.

En fin, para que el Derecho pueda normar al Estado, lo primero que se requiere es Estado, unidad. Y a la unidad no se convoca y menos se logra a toletazos.

Entiendo la postura del Rey en tanto jefe de Estado obligado a hacer cumplir la ley, pero se echa de menos en su alocución una mano tendida al dialogo y al acuerdo. Una condena al exceso de fuerza, un llamado a la empatía y a la serenidad.

Un llamado a la política. Más aún, un sustento en la política y no sólo en la fuerza.

Un gesto Unamúnico de convencer, no de vencer.

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Por acá seguimos sin saber quién diablos ganará la elección del año que entra, pero no hay duda de quiénes serán sus perdedores netos: los partidos, todos; las instituciones electorales, todas; y la clase política cleptócrata, toda.

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"There’s not a free lunch", dicen los gringos. Así a cada partido le está tocando pagar las francachelas que con recursos públicos se han corrido desde 1996.

Pero la máxima también se aplica para ocurrencias y estrategias. Las estructuras partidistas, las de tierra, las de siempre, no sus dirigencias encumbradas, se truenan los dedos ante la displicencia de aquéllas de regresar recursos, liquidar gente y desconocer compromisos y obligaciones sin medir consecuencias. El crujido de las estructuras partidistas, se dice, es peor que el de los sismos recientes. ¿Cuántas terminaran por derrumbarse sepultando entre sus escombros a dirigentes que hacen caravanas con penurias ajenas?

Y costos también tienen los frentes, por más ciudadanos que sean. De entrada el Joven Maravilla no para mientes en los cismas de su haber como Presidente de Partido. Las heridas en el PAN se antojan irreparables.

El PRD acostumbrado a la lucha tribal, sabrá navegar en sus desencuentros hasta que sus facciones se vacíen o se extingan.

El PRI es una histérica apanicada que corre al precipicio. La duda es si el priismo verdadero seguirá a La Nada que lo preside, o esperará a su despeñadero para recoger las piezas que queden y reinventarse.

Finalmente, no puedo dejar de mencionar al Independiente que se hizo chiquito hasta regresar a su tamaño original. El Bronco, me cansé de decirlo, era una botarga. Sin su disfraz, Jaime Rodríguez, no es más que un pobre diablo.

#LFMOpinión
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#EstadoDeDerecho
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#ElBronco

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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