Hipocresía y escándalo

Poseer un departamento en Houston, legalmente adquirido, no es un hecho vergonzoso ni condenable; lo increíble es que los señores del discurso franciscano, los de la austeridad republicana, no lo manifiesten en su declaración patrimonial o culpen a la SFP de no publicarlo.

Lo patético es que ello tenga lugar cuando el gobierno prosigue una tan irracional como frenética cruzada mediática contra una extraña corrupción, sin corruptos ni bienes incautados, ¡bendita causa!, origen de todos nuestros males según los vencedores, que sirve para todo y para nada:

Para cancelar el NAIM, cerrar ductos de Pemex, rematar vehículos oficiales en subasta de garaje; hacer escarnio de la otrora casa oficial de Los Pinos, edificada por el presidente Lázaro Cárdenas, devenida en museo de la nada por determinación inapelable del presidente. Por igual la sacrosanta causa sirve para cerrar estancias infantiles.

Esta vez, el director de CFE, don Manuel Bartlett, en conferencia matutina con el presidente, sin prueba ni denuncia formal -en esa comparecencia infinita ante el ágora mediática-, acusó, señaló y ofendió a una docena de ex servidores públicos por conflicto de interés y debilitar a la CFE.

Algo racional y sensato habría que hacer ante la locura y la falta de rumbo y de gobierno.

Desde mi humilde trinchera hasta ahora solo advierto algo positivo, lo más parecido a un acierto. Y es muy importante para la soberanía de México y la paz en la región: la no intervención en Venezuela, la propuesta dialoguista.

¿Por qué no hacer lo propio dentro de México, es decir, la búsqueda y el reencuentro en una mesa de diálogo y un acuerdo nacional e implementación de lo acordado entre todas las fuerzas políticas y el gobierno?



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