POLÍTICA

CNTE, su envés

CNTE, su envés

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Si la Maestra hubiese acabado con la CNTE a las primeras de cambio, posiblemente sus días y pompas no hubiesen durado un suspiro, pero siguiendo la escuela de "crea el problema y vende su solución”, administró su disidencia y vivió, entre otras mu

Todo tiene su haz y su envés, decía Gracián.

Lo que hoy padece México no escapa a ello. Veamos dos casos.

La Maestra Elba Esther era por sí misma un factor disruptor. Un elemento cancerígeno prohijado, fortalecido y sostenido por el gobierno. Posiblemente a regañadientes y muy a su pesar, pero atado cual tatuaje en médula de lo que debiera ser el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo.

La Maestra, sin embargo, entre otros servicios que contraprestaba al gobierno, era un muro de contención a la CNTE, con la que jugaba a discreción según el viento soplara a su favor o en su contra. Si el gobierno la constreñía en sus pretensiones, alentaba a la disidencia gritando ¡Ahí viene el lobo!, que, curiosamente, sólo ella podía controlar y para lo que era imperativo liberarla de las cargas que impedían su libre accionar que, en su confuso castellano, no era otra cosa que extorsionar y expoliar al gobierno con cargo a los educandos y al pueblo en general. Si no necesitaba timar a éstos, bastaba con mantener a la CNTE en estado vegetativo para cuando las condiciones le volvieran a ser adversas.

Así, la Maestra tuvo, en sus más acérrimos enemigos, a sus principales aliados. Si la Maestra hubiese acabado con la CNTE a las primeras de cambio, posiblemente sus días y pompas no hubiesen durado un suspiro, pero siguiendo la escuela de "crea el problema y vende su solución" -de la que es tan asidua nuestra clase política (colores aparte)-, administró su disidencia y vivió, entre otras muchas cosas, del miedo a ella.

En buena hora el Estado decidió tirarla con el agua sucia. Pero nadie se explica cómo los estrategas del "Gordillazo" no previeron lo que pasaría con sus leones cuando el circo fuese desmantelado.

Nadie pensó en control de daños. Nadie caviló en que los enanos crecerían al liberarlos de su sombra. Nadie previó en su brazo armado y, supuestamente; antagónico, como si no hubiésemos visto una y otra vez que cuando de sus intereses se trata, no hay disidencia que para los maestros valga.

Hoy tenemos a la Maestra en la cárcel, ¡bendita sea la hora!, pero a sus perros rabiosos, que solo ella controlaba, apoderados de la Ciudad de México, y casi de la agenda y gobierno nacionales.

Hay otro envés, diría yo, muchos otros, necesarios de traer al análisis. Y tienen que ver con los pusilánimes, irresponsables y, tal vez, delincuentes que desde el gobierno entronizaron y entronizan a los vándalos que asolan la Ciudad de México, tienen secuestrado a los gobiernos federal y local, y mancillan un día sí y otro también la soberanía nacional.

El que crea que la CNTE es una facción sindical se equivoca. La CNTE es dueño y señor indisputable de Oaxaca, así como de territorios importantes de Guerrero, Michoacán y Chiapas. Hoy, también, Atila de la Ciudad de México.

En Oaxaca no hay gobierno, hay rehén de la CNTE. Ellos mandan, ponen y quitan secretarios de Estado, deciden el sino de su Ciudad y trapean las calles con lo que queda de su Gobernador cada vez que les viene en gana. En las otras entidades donde están asentados, tampoco cantan mal las rancheras.

Pero ello no es gratuito ni surgió por generación espontánea. La CNTE no sólo se ha alimentado del "Ahí viene el lobo" de la Maestra, sino, y principalmente, de la irresponsabilidad, abulia y probablemente actos delictivos de gobernantes que han cedido una y otra vez a sus chantajes y extorsiones.

Gobernadores que en lugar de enfrentar el problema desviaron cuantiosos recursos públicos para comprar una simulada tranquilidad; gobernadores que cedieron capacidad de decisión, dependencias gubernamentales, Estado de Derecho y soberanía a oscuras e inconfesables componendas; gobernadores que financian marchas y plantones, sin importar precio, con tal de que sean en calles y ciudades ajenas.

No hablo solamente del hoy y aquí; hablo de un rosario de historias de gobernantes inútiles, irresponsables, grillos, mentecatos y pusilánimes, para quienes gobernar es sinónimo de patear el bote, ceder, comprar tranquilidad, esconder la basura debajo de la alfombra y, si se puede, mientras se pueda, robar.

En las mesas de los mentideros políticos de la Ciudad de México se escuchan un día sí y otro también las cátedras de los múltiples artífices del Frankenstein, con la ostentación que ellos sí controlaban al monstruo con prebendas, dinero, puestos y vergonzosa sumisión a la que llaman "política". ¡Próceres de grilla suicida!, doblemente defraudadores: del erario y de la confianza ciudadana. Próceres que, a pesar de sus frutos amargos, se les oye, premia y aplaude.

El hecho es que a este Frankenstein ya nadie lo controla y hay lados oscuros de nuestra realidad que la explican e incriminan.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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