POLÍTICA

Simplemente traición

Simplemente traición

Foto Copyright: lfmopinion.com

Para atender las cosas terráqueas, desde su última visita Jesucristo designó a un Vicario que es Jefe de ese Estado

Como quien rinde una ciudad sitiada, Margarita Arellanes, Presidente Municipal de Monterrey, entregó la Sultana del Norte.

Los Señores feudales rendían ciudades, o las conquistaban, para su Dios, y así lo hizo la Señora.

Claro, aquellos reyezuelos lo eran, según decían, por derecho divino, así que sus botines de guerra, a fin de cuentas eran para el gran jefe, quien por cierto jamás bajó a cobrárselos.

Sus gobernados eran súbditos, no ciudadanos, y corrían la suerte de la voluntad libérrima de su Señor, que no mandatario.

Así, en un dejo medieval y oscurantista, previo al Estado, Doña Margarita entregó Monterrey completito, con calles, baches, mercados, giros negros, habitantes, pandillas, empresas, casinos, casineros, vendedores de queso Oaxaca e infraestructura urbana. Lo hizo por sus pistolas, ¡faltaba más! Dice Cecilia Romero que la libertad de expresión de la Edil le da para eso y para lo que le venga en gana.

Eso sí, lo único que la Alcaldesa no entregó fue su oficina. ¿Entregará también su sueldo? No creo que su fe dé para tanto.

Lo peor es que entregó el municipio a Jesucristo. Sabrá aquél cómo le va a hacer para operar agua y drenaje, alumbrado público, transporte, tránsito, recolección de basura, licencias de construcción, parques y jardines, seguridad y burócratas. Quizás cuando calibre el tamaño del trabuco solicite un amparo.

Ahora bien, Jesucristo está en su santo reino y desde más de dos mil años no baja a la tierra, ni creo que lo haga después de la crucifixión de que fue objeto. Para atender las cosas terráqueas, desde su última visita, designó a un Vicario. Éste radica en Roma en un Estado y, además de ser cabeza de una Iglesia, es Jefe de ese Estado, con el que México mantiene relaciones diplomáticas.

Y entregar territorio nacional a un Estado extranjero es traición.

Ese es el saldo neto de mezclar las cosas del Cesar con las de Dios. Pero cuando la razón de Estado es alienada por razones de otras carteras, los gobiernos terminan por tropezarse y, las más de las veces, ensangrentarse. Claro, para saber eso habría que estudiar historia además de catecismo.

Que en ese territorio se asiente el centro financiero del país y una de las infraestructuras fabriles más importantes de América Latina no es un agravante pequeño.

Para colmo, la Señora Alcaldesa rindió la ciudad ante unos representantes de Jesucristo que no reconocen al vicario del Estado Vaticano, así que, además, nos metió en un conflicto de religiones propio del medievo al que tan apegada parece ser. Nada más falta que cual Jerusalén, Monterrey sea objeto de Cruzadas redivivas.

Finalmente la Munícipe metió a su partido y partidarios en un grave problema: ¿a quién van a entregar ahora los casineros los pagos por los quesos Oaxaca: a la mitra, al obispo, a la parroquia o a Sor Margarita?

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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