POLÍTICA

Tan lejos y tan cerca

Tan lejos y tan cerca

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Hay temas políticamente no correctos. Iconos indiscutibles. Próceres y efemérides de heroicidad acrítica

Hay temas políticamente no correctos. Iconos indiscutibles. Próceres y efemérides de heroicidad acrítica.

Tal es el caso. ¡Qué Dios me agarre persignado!

Con motivo de la toma de las instalaciones del CCH un grupo de académicos reclamó al Rector Narro su silencio y pasividad. El hecho me retrotrajo al 20 de septiembre del 68.

La noche previa, al entonces diputado, Octavio A. Hernández, le situaron diversas llamadas amenazando a su familia si subía a Tribuna el día siguiente. "Si quieres mando a otro", le dijo mi padre, líder de los priistas en la Cámara de Diputados, cuando aquél le informó de las amenazas, "No Luis, vengo a decirte que ahora subo y con mayor razón".

Y subió.

Con ayuda de sus dos bastones y su secretario particular, ascendió lentamente a la tribuna. Las galerías estaban repletas de estudiantes y los ánimos caldeados. No era para menos: el Ejército Mexicano había rescatado la noche del 18 de septiembre las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Por el PAN abrió el debate Rafael Preciado Hernández, maestro reconocido y respetado, con quien años después estudiaría Teoría del Estado y para quien guardo especial afecto. Por el PRI subió Octavio A. Hernández, maestro emérito de la UNAM, respetable jurisconsulto y tío mío por parte de los Madero.

Lo que Hernández hizo entonces fue lo que los académicos de ahora reclamaron a Narro. Recupero sus planteamientos:

1. "El Rector es el órgano ejecutivo dentro de la Universidad.

2. "Surgió en los últimos días del mes de julio (1968) un conflicto entre estudiantes (…) Se cometieron actos que alteraron (…) la paz pública e intervino la policía.

3. "Empezó en ese momento a fincarse la responsabilidad (del Rector). (Quien) inició (…) una conducta que, por lo que hace a su pasividad, tiene (…) mucho de criminal, y por lo que hace a sus actos, muchos matices de delito.

4. "El día 30 de julio, después de que el Ejército extrajo de uno de los planteles universitarios (…), a un grupo numerosos, no de estudiantes, sino de agitadores, declaró que era día de luto y, olvidando las disposiciones reglamentarias vigentes, izó a media asta la Bandera Nacional. Tres días después, encabezó una manifestación de protesta bajo el supuesto de que se había violado la autonomía universitaria, según dijo él textualmente, por la Policía y por el Ejército".

Tras de ello el diputado Hernández hizo un análisis del concepto de autonomía universitaria, tema, creo yo, zanjado desde hace mucho.

Continuó Hernández:

5. "El día 10 (de septiembre) después de 40 días de anarquía, de incertidumbre, de desconcierto en el plantel bajo su dirección, (el Rector) hace un llamado tibio y ambiguo a los estudiantes para que vuelvan a clases. Y lo hace merced a la presión de desorganizados grupos de verdaderos profesores y de estudiantes, a quienes no se les ha permitido (…) volver a clases". (Sounds familiar)

Y se preguntó y respondió Don Octavio: "Qué ha sucedido en el ‘ínterin’ de estos cuarenta y tantos días? La pasividad del Rector tolera:

6. "Que la Biblioteca y los seminarios de la Facultad de Derecho y de las demás escuelas vivan, proliferen, medren y se desarrollen células conspiradoras que no son de estudiantes y que substituyen los tratados de derecho, a cuyo amparo pretende acogerse hoy, las bombas Molotov.

7. "Que se use el equipo y la maquinaria de la imprenta universitaria para fines ‘tan universitarios’ como para hacer propaganda a favor de la concesión, por parte del Gobierno, de los llamados puntos petitorios, ninguno de los cuales tiene carácter universitario.

8. "Ha tolerado o ha auspiciado que se utilice una vía general de comunicación concesionada por el Estado a la Universidad (…) para propagar notas tendenciosas, rumores falsos, organización de brigadas de choque y a respaldar la conducta de los grupos extremistas, no universitarios, empeñados en minar las bases de nuestra Nación.

9. "Que se utilicen los muros exteriores e interiores de la Universidad para inscribir en ellos leyendas que incitan a la rebelión (…)

10. "Ha llegado al extremo de permitir que se mancille en la Facultad de Filosofía y Letras el nombre ilustre de su preclaro abuelo: Justo Sierra. El Auditorio Justo Sierra, ahora se llama, para hacer honor al ilustre tratadista, filósofo y hombre de ciencia, Auditorio Che Guevara. (Auditorio desde hace muchos años convertido -ante la molicie de rectores varios- en vecindad, puestos de fritangas y guarida de malvivientes).

Tras de ello argumentó el Diputado Hernández los fundamentos jurídicos del rescate de la Universidad por parte del Ejército y señaló que desde su liberación se ofreció regresársela a las autoridades universitarias, quienes, paradójicamente, hasta ese entonces no la habían reclamado.

El 68 es mucho más que eso. Lo sé.

Barrios Sierra jugó a la política y ganó. Una estatua en el campus universitario así lo acredita.

Pero su responsabilidad como Rector, salvo que el mundo ande de cabeza, dejó mucho que desear y debe ser valorada sin fanatismos. No por su memoria, sino por la salud de la propia Universidad.

Quizás muchos de los académicos que hoy interpelaron a Narro, entonces vitorearon a Barrios Sierra. Quede en su conciencia determinar las diferencias que puedan existir entre las omisiones e irresponsabilidades de uno y otro.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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