POLÍTICA

Reinventar México

Reinventar México

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Tiempo es de reinventar a México y reinventarnos como sociedad

Solemos pensar que las soluciones de nuestra realidad política son universales y definitivas. Sin embargo, todo a nuestro alrededor remite a la inconsistencia y al ocaso: estrellas que se extinguen, galaxias que se apagan; especies que desaparecen, civilizaciones enterradas en el olvido; lenguas perdidas; usos, costumbres, principios, valores y leyes reducidos a notas bibliográficas.

Caminamos, dice Kundera, sobre muertos.

Contra el miedo a ser uno más, nos asimos a la creencia de soluciones definitivas y válidas para toda sociedad y todo tiempo. Llegamos a creer que nuestra realidad es la única posible y que lo es para siempre.

Declaramos el fin de la historia, para darnos cuenta, momentos después, que nada detiene lo pasajero de su sino. Preferimos encadenarnos a lo sabido, aunque no funcione, a cuestionar qué hay más allá del corral y la yunta conocidos.

Nuestra soberbia osadía induce a creer que con y en nosotros se alcanzan las soluciones definitivas. No es así. Menos en política. Ésta es siempre un remedio temporal a problemas siempre nuevos.

No hay soluciones definitivas y universales. Quien piense lo contrario, niega toda evidencia empírica y racional, y se refugia en el dogma y en la fe. Hace religión, no política.

La política es casuística y circunstancia. No hay patrones de imperiosa y universal aplicabilidad.

La globalización nos iguala en problemas, pero no en soluciones: "la verdad es una tierra sin caminos", dijo Krishnamurti. Herzen, en otro contexto, pero en igual aserto, sostiene que "la historia no tiene libreto".

Nuestra realidad, además, no es de éxitos ni puede entusiasmar a nadie: un gobierno rehén de su mediocridad y de factores reales de poder que secuestran su esfuerzo en la conservación de jerarquías y no en el bienestar del pueblo.

Un legislativo idiotizado, deslegitimado e inútil; perdido en menudencias. Instrumento y expresión de dirigencias partidistas voraces y ciegas.

Un judicial que por un lado eterniza los juicios y, por otro, ve sometido su actuar al fuego político. Bien dice Gray: "La idea de la política como una conversación en la que se contempla y se modera la colisión de opiniones, en la que no se busca la verdad, sino la paz, casi se ha perdido por completo y ha quedado en su lugar un paradigma legalista en el que todas las reivindicaciones y los conflictos políticos se modelan en la jerga de los derechos. En semejante contexto, no sólo se halla casi extinguido el discurso político civilizado, sino que también se corrompen las instituciones judiciales a las que éste se trasplanta. Los tribunales se convierten en escenarios donde se dirimen reivindicaciones e intereses políticos, todos ellos excesivos y resistentes al compromiso, mientras en la vida política en los demás ámbitos se vuelve poco más que un ejercicio de negociación e intercambio de favores. La asimilación de la política al derecho (…) ha dado como resultado, pues, la corrupción de ambos".

Una democracia cara, intolerante y rijosa que institucionalizó el conflicto por resultado y por mecánica el medro partidista.

Una educación envenenada de ruindad e ignorancia. Es oprobioso que en México no solo los alumnos deban acreditar los conocimientos aprendidos, sino que primero los maestros deban demostrar que tienen alguno que transmitir y condicionen su "examen" a tiempos electorales.

Un campo depauperado y campesinos que aprendieron a explotar el conflicto de la lucha por la tierra, no la tierra.

La otrora economía mixta y planificación económica por el Estado, terminó en una economía bajo la dictadura de la plutocracia y una sociedad acasillada.

Una realidad sin cohesión social y con incentivos a desgarres centrífugos.

Un futuro ominoso y sin salida.

Nuestra democracia no ha sido capaz de construir armonía y resultados. México es hoy peligrosamente más inestable y violento que en toda su historia. Los derechos ciudadanos remiten frente a poderes fácticos y la impotencia estatal.

No hay nada que nos inste a persistir en este camino. Tiempo es de hacer un alto y revisar qué somos, qué queremos y cómo vamos a conseguirlo. Tiempo es de reinventar a México y reinventarnos como sociedad.

No hay en el escenario nacional actores políticos con arrestos para hacerlo, pero habrá que larvar su surgimiento.

Tiempo es de rehacer todo desde los cimientos. Persistir en el camino es morir.

#LFMOpinión
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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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