POLÍTICA

¿Dónde estamos?

¿Dónde estamos?

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Finalmente el Tribunal resolverá lo que tenga que resolver. En tanto, hagámonos cargo de la democracia que hemos construido o… ¿será destruido?

Todo lo que durante décadas echaron en cara al priismo fue sublimado con demasías en esta elección. Nadie se salva.

Un vendedor de autos usados convertido en Presidente hizo mayor campaña y gasto que todos los partidos juntos utilizando la misma palabra central que el candidato del PAN –Mejor-, haciendo uso de todos y cada uno de los foros gubernamentales, nacionales e internacionales, para, desvirtuando el acto de gobierno, reducir la institución presidencial a porrista de barriada.

Del loquito de Simi mejor ni hablamos. Un señor que puede gastar miles de millones de pesos en su delirio senil, enrareciendo el clima político, deslavando las instituciones electorales y haciendo campañas que por ley sólo pueden hacer los partidos, sin que haya institución alguna que lo pare o encierre en el manicomio más cercano.

El uso de todos y cada uno de los programas de gobierno federal en favor del candidato del PAN por parte de Secretarios de Estado, Gobernadores, Senadores y Diputados de su partido. Baste mencionar a la cleptocracia familiar de los Padrón en Yucatán donde el Gobernador pervirtió hasta los programas del DIF en beneficio de sus candidatos.

La violación de la norma utilizando la cara y recursos de senadores y diputados panistas o perredistas para promover o atacar a discreción eludiendo fiscalización y topes de campaña.

El uso de la guerra sucia, del rumor, de los correos incendiarios, del presupuesto, de la compra de votos, del arrendamiento de credenciales de elector para impedir su uso el día de la elección, de la compra de funcionarios de casilla o de representantes de partido.

La utilización de las estructuras de procuración de justicia para proteger a panistas (la FEPADE terminó convertida en la Gran Tapadera del PAN), así como para perseguir por falsedad de declaraciones a los despistados que, creyendo en el cambio, se atrevían a denunciar las tropelías de los azules.

Eso fuera del DF, porque aquí cualquiera que se enfrente al gobierno de la esperanza termina en la cárcel incomunicado.

Con independencia de las responsabilidades que, en su caso, pudieran existir, el montielaso, el Góber Precioso, la red de pederastas, Pasta de Conchos, Lázaro Cárdenas, Cananea, el CNTE, Echeverría y una larga lista de bombas publicitarias que, pasada la elección, perdieron toda especificidad y presencia, pero que sirvieron para dinamitar los caminos del adversario y chantajear a sus correligionarios.

El avión con estupefacientes cuya existencia fue ocultada hasta después de las elecciones para evitar dañar la imagen de persecución del delito de este gobierno y cubrir su arraigada corrupción.

La violencia desatada a grados enfermizos en regiones específicas que se dejó correr y a la que se le dio patológica cobertura.

El disrruptor libertinaje de los medios, su hegemonía, manipulación, chantajes, enrarecimiento del clima político, generación de confusión y engaños, manejo de miedos, odios, dogmas e ignorancias. La irresponsabilidad suprema y supina de sus informaciones, la tergiversación de los hechos, lo que destacan y lo que ocultan y cómo lo destacan y ocultan; la ignominia de presentar como programas de opinión el parecer de una secta facciosa de pseudointelectuales y la incorregible adicción a convertir lo que tocan en heces a cambio de pingües ganancias.

Todo lo anterior le da la razón a El Peje, si no fuera porque él también pecó del mismo mal. Llegó al gobierno del Distrito Federal torciendo la ley, ya en él se dedicó a pisotearla en beneficio de su posicionamiento como candidato a la Presidencia, utilizó institución, presupuesto, programas, tiempo y abusos para tejer una red patrimonialista de nuevos clientelismos, una cobertura de devotos informadores, una red de mafias soliviantadas y protegidas desde su gobierno. La administración pública convertida en laboratorio para probar una y otra vez mecanismos de cooptación, movilización, marcha, manipulación, desinformación y agresión a adversarios; para afiliar carne de cañón, para reclutar un ejército de seguidores enardecidos, ciegos y obnubilados; para ejercitar el brazo en pos de poner en jaque a las instituciones, como hoy las tiene sin nada más que su dicho y delirio.

Utilizó la violación de la ley y de los derechos de gobernados para construir su martirologio y persecución, así como para mandar un mensaje de intimidación a todo aquel que pensara interponerse en su tropical cruzada.

Gobierno, posición, recursos, programas y tiempo fueron utilizados para deslavar instituciones, leyes, justicia y política entronizando su mesianismo.

El Peje dice, y con razón, que el gobierno federal utilizó recursos a favor de Calderón, más el de la ciudad hizo lo mismo; que el jefe de las instituciones participó en la contienda, Encinas no se quedó atrás; que hicieron un uso desproporcionado de los medios, él también; que tuvieron dinero por debajo de la mesa, ídem.

El Peje acusa a los panistas de una guerra sucia que nadie puede ocultar, pero él es el mejor operador de guerras sucias. Baste ver qué quedó del IFE, del Procurador, de la Corte, de la Cámara de Diputados una vez que les puso la mano encima, sin nada más que su dogmatismo y maraña de mentiras; baste ver qué es de aquellos ciudadanos que demandaron actos de su gobierno; y sobra con levantar los pedazos en que quedó reducida la elección presidencial una vez que no le favoreció, y habrá que ver qué queda del TEPJF cuando acabe con él.

Todos han abusado de los recursos públicos, de la desinformación, de la guerra sucia, del clientelismo, de la compra de votos, de la amenaza, de la demagogia, de la publicidad, de la paciencia ciudadana, de la democracia.

Las campañas contra Madrazo se dejaron correr impertérritas, nadie las asoció a la contienda política, "es un problema interno" dijeron, cuando había una estrategia clara por descarrillar su candidatura, con nombres, complicidades y mucho dinero de por medio, cuyo rastro llega hasta la alcoba presidencial y a un sindicato que hace mucho perdió sentido y razón, y se convirtió en pura fuerza bruta puesta al mercado del mejor postor.

La utilización, a una semana de la elección, de viejos y cerrados expedientes penales en contra del candidato al gobierno de Jalisco, la pantomima del primer candidato a gobernador de Guanajuato operada abiertamente por Doña Marta para dejar al PRI descabezado a la mitad del camino, la sobrepublicitación de los conflictos internos del PRI… la lista puede seguir y seguir.

No soy ciego a las profundas crisis internas del propio PRI que, aún hoy, después de la debacle, se niega a ver. No obstante, el uso faccioso del Estado en su contra no puede ser más antidemocrático.

Hay quien hoy se sorprende de la locura de El Peje, de la mediocridad de Calderón y la necedad de Madrazo. No hay lugar a sorpresas. Nosotros lo mexicanos somos capaces de enloquecer a un mingitorio haciéndolo sentirse Napoleón. Somos especialistas en desquiciar a nuestros Dioses, para luego comérnoslos. Pero en el pecado llevamos la penitencia: ningún electorado sensato en el mundo -qué digo el mundo, ¡en las galaxias sin fin!- hubiera electo a Fox por Presidente. Y elegimos (bueno quienes votaron por él) la medianía, lo montaraz, lo inútil, lo disparatado, lo mandilón que hay en él, lo convertimos en paradigma de nuestra democracia y luego nos sentamos a sufrir sus desvaríos. Lo mismo hemos hecho con nuestros partidos, candidatos, artistas de televisión (¿hay de otros?), intelectuales, deportistas y cualquiera que destaque, así sea en sandeces (perdón por regresar a Fox).

A donde quiero llegar es que todos, sin excepción, hemos construido un gran basurero por democracia. Que esto que tenemos no es cívico, responsable, sensato, político, cuerdo. Que vamos, si no es que ya llegamos, a la nada.

Nuestro problema ya no es si gana uno u otro, o si se anula o no la elección. No. Nuestro problema radica en que construimos una supercarretera al caos, que en lugar de construir una ciudadanía informada, seria, responsable, pensante, convertimos al ciudadano en rehén de un sistema de partidos corrupto y perverso, de unos medios estupidizantes, de un proceso electoral de dádivas, mentiras, escándalos, corruptelas y clientelismos, de un ejercicio de gobierno faccioso, inútil e hipócrita, en un adicto a la estridencia, a la estupidez, a la frivolidad, al absurdo, a la vacuidad.

Y aquí estamos, al final de esta carrera desbocada a la locura por el poder irresponsable y sin pueblo.

¡Qué viva el cambio!

#LFMOpinión
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#TribunalElectoral

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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