PARRESHÍA

A Dante le asiste la razón

A Dante le asiste la razón

Foto Copyright: animalpolitico.com

Nos quejamos de lo insulso de las campañas, pero somos consumidores -y demandantes- de campañas chatarra.

A Dante Delgado le asiste la razón, aunque haya perdido la batalla ante los medios.

Las consecuencias de esta realidad las pagamos todos. Una realidad que privilegia el ruido y el escándalo por sobre la razón, lo anecdótico y coyuntural por sobre lo importante y de fondo.

Ricardo Anaya protestaba como precandidato de Movimiento Ciudadano, el Frente se consolidaba, a pesar de todos los avatares y obstáculos propios y extraños; en los discursos se hicieron planteamientos políticos y programáticos. En lo personal Dante hizo una confesión que no le ha de haber sido fácil procesar, habida cuenta que implica una rendición y derrota: nuestra generación, dijo, le falló a México, le corresponde ahora a la de Ricardo tomar la estafeta. Difícil y desgarradora confesión de un luchador social que, de alguna manera, anuncia su adiós a la política.

Tras de ello, la fuente que cubre la precampaña de Anaya logró un espacio para conferencia de prensa y ésta, obviamente, se encaminó sobre los temas anecdóticos, efímeros y candentes del momento. Fue allí donde Dante hizo su pronunciamiento: acabamos de darle a los medios proclamas políticas, contenidos programáticos y compromisos de coalición; pero en lugar de preguntar sobre ellos, preguntan temas triviales.

Esta conducta es regla y constancia en nuestros sistemas de información y, desgraciadamente, mal globalizado; privilegiamos la superficialidad y lo frívolo.

Es parte de la cultura del consumismo, en la que el satisfactor de las necesidades, jamás las satisface, sino que las incentiva en urgencia, cantidad y velocidad. Lo importante es consumir, no para saciar el consumo, sino para incitar frenéticamente su adicción.

Vivimos, pues, no solo a base de productos chatarra, también de información chatarra.

La semana pasada los temas en la deliberación nacional fueron la medicina que recetó López Obrador a Peña Nieto, AMLODIPINO, y el mote de Manuelovich que en mala hora le puso el fallido vocero priísta, Javier Lozano, al de Macuspana.

Llevamos poco más de un mes de precampañas y los planteamientos de fondo que se han planteado, pocos y medrosos, no generan conversación alguna.

Nos quejamos de lo insulso de las campañas, pero somos consumidores -y demandantes- de campañas chatarra.

En esta tesitura, tampoco es del todo la culpa de los medios, que venden lo que el gran público les demanda, información basura, de escándalo, coyuntural, estridente, efímera. Las secciones de política se rigen hoy por las reglas de las secciones de espectáculos y nota roja.

Dante logró lo que quería evitar. La nota no fue sobre los pronunciamientos políticos, sino sobre su censura a los medios y al propio Anaya.

Lo cual, en el fondo, le da la razón, aunque no el triunfo del lance.

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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