Si te enojas, no digas nada
Comienzan las presiones del confinamiento a provocar que estemos más sensibles con las personas que convivimos. Es comprensible y nada extraño. Tantas horas juntos y con una tensión normal debido a la reducción de espacios y un cambio de rutina.
La tensión nos conduce a que tengamos que ser más tolerantes con lo que nos incomoda de los demás; hay que soportarlos, sobre todo en los momentos más difíciles.
Hace algunos días escuché un gran consejo, para los que ya están a punto de explotar y en vez de que lo hagan, que aprendan a rápido alejarse del escenario donde se encuentran. Alguien lo comparó a cuando tienes ganas de devolver el estómago y te contienes hasta hacerlo en el baño. Es algo parecido, trata de no hacer tu escena frente a los demás y procura contenerte al máximo, hasta que lo logres hacerlo en privado. La verdad es que los demás no tienen que pagar el costo de tus estados de ánimo negativos.
Pero, de igual manera, si estás viendo como se encuentran las personas que están a tu lado, pues no le eches más leña al fuego. Trata de omitir tus opiniones y comentarios, callar y no ser inoportuno con lo que se te antoja decir. Es mucho mejor no decir nada.
Procura dominar tus emociones, por un lado a contenerte frente a lo que los demás hacen o dicen; y, por el otro, a no intervenir y andar diciendo cosas, o comportarte como si no te importaran los demás.
Busquemos una forma de seguir llevando el aislamiento de la mejor manera posible. Seamos más empáticos y simpáticos. Es una oportunidad de crecer y sacar lo mejor de nosotros. Si te equivocas, reconoce tu error, discúlpate y/o otorga el perdón.
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