Cuidado con la violencia
Los estados emocionales que generan miedo, como es el actual caso de la pandemia, pues nos producen miedo a perder la salud, al mismo tiempo desatan los mecanismos de la agresividad. Y cuando hay un detonador, se puede derivar en violencia.
Lo que sucede dentro del contexto social, también acontece dentro del familiar y laboral. El confinamiento, aunque voluntario, puede producir una escalada de tensiones y desesperación, que se acaba por manifestar en insultos, faltas de respeto y francas agresiones emocionales y hasta físicas.
El enojo, la irritabilidad, la sensibilidad a los hechos injustos y abusivos son parte de las conductas provocativas que encienden muy fácilmente la pólvora de nuestros impulsos. Perdemos así la calidad mental y nos comportamos de manera arcaica y primitiva.
La desesperación por el aislamiento, la tensión generada por la irrupción de la vida productiva, el sacrificio económico y en muchos casos el desempleo y las carencias, son fuente inmediata para hacer vibrar la frustración y las ganas de explotar contra lo que se presente. De aquí que esos detonadores de abuso policial, o de cualquier tipo, son la mecha predilecta que enciende el caldo de cultivo que ha preparado el COVID-19. De aquí la importancia que le hemos dado a cuidar la salud mental y la higiene emocional. Que lamentablemente se le dio poca difusión.
Ante una situación así, siempre guardar la calma es indispensable y procurar tener actividades físico deportivas, que ayuden a disminuir las tensiones. Estar plenamente conscientes de no hacer ni decir nada cuando se está enojado y en estados de irritabilidad.
Las autoridades tienen que tener más conciencia de la importancia de la higiene mental y de no caer en provocaciones de violencia que se esparce muy fácilmente como el fuego en los bosques.
Las confrontaciones sociales benefician a los buitres que se nutren de ellas y sacan provecho de los cadáveres de los inocentes.
Es una canasta de nutrientes para los agitadores de la división social y el susurro del rencor y el odio entre clases y segmentos de la sociedad. La violencia le gusta a la crueldad de los políticos con vocación fascista y hambre de llegar a ser neo emperadores.
Las turbas enardecidas por instigadores y esbirros pagados, tienen muchas almas disponibles por el cansancio y el miedo ocasionado por una voluntaria privación de la libertad que ahora salen, como jauría, a hacer todo tipo de desmanes, en nombre de una reivindicación de la justicia. Ojo por ojo.
La sangre del pueblo es una ofrenda en tiempos de lujuria por el poder y el amaciato con el protagonismo histórico. Cuidado con la violencia, suele ser un boomerang.
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