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FÚTBOL Y DELINCUENCIA

FÚTBOL Y DELINCUENCIA

Foto Copyright: pixabay

Las recientes atrocidades, crueles y aterradoras, acontecidas en el Estadio de la Corregidora en Querétaro, nos permiten hacer unas reflexiones que nos ayuden a entender semejante fenómeno.

Los estudios de la psicología de los actos violentos, terroristas o bélicos; nos han mostrado que los estadios y en general el ambiente de los deportes y los espectáculos públicos, resultan un escenario atractivo para que se muestren muchos de los conflictos que vive una sociedad. Ya desde tiempos muy remotos, el circo romano fue la nota atractiva para que se desenvolvieran los actos de combate y violencia más dramáticos que se podían observar. Al igual que soltarle las fieras a las familias cristianas en ese mismo lugar, sin que tuvieran posibilidad de salida alguna.

Por un lado son espacios para promover la catarsis, y así desahogar las tensiones que vivimos en la sociedad; pero también es el lugar perfecto, para que se puedan expresar las injusticias, las inconformidades, o hacer una propaganda a favor o en contra de algo.

Si se quiere perpetrar un asesinato y se desea publicidad para impactar en la sociedad, de una manera rápida y explícita, un estadio, una estación de ferrocarriles, un mercado o un aeropuerto, son los lugares idóneos.

Recordemos la llamada masacre de Múnich durante los Juegos Olímpicos de 1972 en donde fueron secuestrados y asesinados once miembros del equipo olímpico israelí, por un comando de terroristas denominado Septiembre Negro, una facción de la Organización para la Liberación de Palestina, entonces liderada por Yasir Arafat.

Aún está en la memoria del pueblo de Israel, aquel tremendo ataque a su dignidad.

Los fanáticos del fútbol, son apasionados, se pueden encender muy fácil y explotar contra el portador de la camiseta del equipo contrincante, y de ser necesario, agredir a golpes, con una botella o con lo que esté a la mano y de plano sentir que están defendiendo el equipo de sus amores. Por ello no es difícil comprender que existan rivalidades entre los hinchas de un equipo u otro. Han habido verdaderas batallas campales en diferentes países como en Inglaterra o Argentina. Incluso llegando a varios muertos. Siempre como resultado de la pasión desborda y la pérdida de la consciencia, muchas veces provocada por el alcohol o las drogas.

Sin embargo, lo que alcanzamos a ver en el Estadio de la Corregidora, va más allá, pues parece algo más elaborado y perpetrado de una manera más parecida a lo que hacen los matones y los sicarios cuando hay riñas en una prisión.

Eso cambian las cosas, pues es muy diferente hablar de una riña entre aficionados, con saldo rojo. A un ataque planeado y dirigido en forma intencional y premeditada contra la porra del archi enemigo Atlas. En éste caso, se usa al estadio, al fútbol y al historial de gresca, entre ambas porras, para mandar un mensaje más allá del fútbol.

Es un acto terrorista, que usó al fútbol para expresar y dejar muy en claro algo que va más allá de la lectura que podemos hacer la mayoría de las personas, en especial los aficionados al fútbol.

De aquí que, las especulaciones ya circulan en varias direcciones, desde la intromisión del crimen organizado, un boicot contra el fútbol Mexicano, una pugna ideológico partidista. Desprestigiar a los gobiernos de la oposición, hasta un despliegue de odio y brutalidad propia de los sanguinarios que hacen lo que sea por unos cuantos billetes.

Un baño de sangre y muerte, que lloran los familiares de los caídos, sin que las autoridades quieran reconocer que hubo varios fallecidos. Los intereses rebasan a la evidente realidad; la versión oficial es la que cuenta.

Después de la carnicería, alarmas y castigos, las víctimas y sus familiares claman por justicia. El silencio brilla, no hay respuesta, en unos días más quedará en el olvido y serán héroes caídos en el combate.

El fútbol mexicano quedará marcado, con una profunda herida; pero como muchas cosas en México, no pasó nada. Se le apuesta a la falta de memoria y será un caso más sin solución. Sólo heridos, unas cuantas multas, castigos y no hubo nada más que indagar. Se cerraron los expedientes, las investigaciones y no hay autor intelectual ni material que perseguir.

Un hecho insólito, minimizado por los mismos intereses de la Federación Mexicana de Fútbol y los otros motivos oscuros, que tal vez nunca sabremos.

Estamos viviendo tiempos de alta delincuencia y riesgos en la seguridad pública y la inestabilidad social. El fútbol, no se escapó.

Guillermo Dellamary

Guillermo Dellamary

Dr. Guillermo Dellamary Soy un psicólogo, filósofo, con más de 30 años de experiencia y buscando ayudarte a vivir tu vida de una mejor manera.

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