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Con el Vaticano hemos topado

Con el Vaticano hemos topado

Foto Copyright: omada de Twitter

Dos jesuitas son asesinados en su iglesia, un jesuita reina en el Vaticano y los balazos se imponen a los abrazos en la relación jesuita con la 4T.

Con la Iglesia hemos topado. Y feo.

Dos sacerdotes jesuitas fueron asesinados dentro de su iglesia en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, marcando un hito en la estrategia de seguridad de Abrazos, no balazos. Pero también, lastima a quienes llegaron a considerarse los protagonistas en el proceso de pacificación del país: la Iglesia católica y la orden religiosa de la Compañía de Jesús.

Corría la mitad del 2018 y la hoy ministra de la Suprema Corte de Justicia, Loretta Ortiz, anunciaba la participación de líderes religiosos y del propio Papa Francisco en las mesas de análisis para diseñar un proyecto de Ley de Amnistía, que sería la clave para acabar con la sangrienta guerra que inició el gobierno de Felipe Calderón contra el crimen organizado y, así, pacificar al país bajo la estrategia de “abrazos, no balazos”.

Por supuesto la hoy ministra fue entonces desmentida por el propio vaticano, pero hoy, a cuatro años de sus fantasías, los balazos alcanzaron a dos sacerdotes adultos mayores: Javier Campos y Joaquín Mora, pertenecientes a la orden del máximo jerarca católico, el también sacerdote jesuita Jorge Mario Bergoglio.

El caso es de alcance mundial y más si lo impulsa el Vaticano, que tendría todas las razones para hacerlo.

La Compañía de Jesús es la única orden religiosa que, además de solicitar a sus integrantes los tradicionales votos de pobreza, obediencia y castidad, incluye un cuarto voto de sumisión absoluta al papado. Ahora, con un Papa jesuita la dirección real del voto de obediencia adquiere especial significado.

Como sea, la muerte del “Padre Gallo” y el “Padre Morita” en Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua es ya un asunto de primera importancia para el papado, que coloca al gobierno de López Obrador en la urgente necesidad de hacer justicia inmediata contra los responsables de este crimen y mandar al mundo señales de certeza en materia de seguridad.

Ha de considerarse que la Compañía de Jesús había mostrado una extraña cercanía al gobierno de la 4T. Desde su arribo a la presidencia, los jesuitas dirigieron una carta a López Obrador en la que le afirmaban desear que su gobierno se convirtiera en un “ejemplo de amor, servicio y justicia”. Ahora los balazos dentro de su templo los desengañan.

Entonces, la orden religiosa también dijo estar atenta “a custodiar el proceso de fortalecimiento de la sociedad civil, con nuestra cercanía, denuncia y visibilización de actos criminales, abusos, corrupción e injusticias cometidas por autoridades”.

En ese marco, hace apenas unas semanas se reveló que la Compañía trabajaba de la mano de la 4T para diseñar un programa de capacitación de policías municipales.

A través de la organización Jesuitas por la Paz echaron a andar el Programa de Fortalecimiento de la Función Policial y su Vinculación con la Comunidad, el cual se instrumentaría con la venia y la participación de Rosa Icela Rodríguez, Secretaría de Seguridad Ciudadana del gobierno federal.

Hoy la estrategia fallida de pacificación del país quita la venda de los ojos de los miembros de esa congregación y su jefe máximo, Francisco I.

En paz descansen.

Con su muerte “visibilizaron los actos criminales, abusos, corrupción e injusticias cometidas por autoridades”.

Con información de El Universal.

Publicado en The Búnker.

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Redacción LFM Opinión

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