Zaldívar, el Canibal

¿Qué le pasa a la Corte?

¿Qué le hizo abandonar el fomento a la cultura y la justicia para virar al ensalzamiento de un delincuente y la comisión del delito?

La vergonzante respuesta es Zaldívar y sus proyecciones personales.

Zaldívar, es el carnicero del poder Judicial que se divierte proyectándose a sí mismo como el carnicero de Atizapán.

Es una ironía, pero el paralelismo es inequívoco.

El Z, traicionó la confianza de quienes creyeron en él pensando que sería un ministro digno.

El de Atizapán traicionó a las mujeres que creyeron en él cuando las convenció de ir a su casa.

El Z, traicionó la confianza de quienes lo hicieron presidente y los mordió hasta acotarlos y mantenerlos amagados.

El de Atizapán dominó a sus víctimas y las mordió hasta desaparecerlas.

Zaldívar se corrompió para ser lacayo de Andrés Manuel, dejándolo que manejara la Corte y, en esa ruindad, encontró su zona de confort; ahí, como Patiño de aquel, permanecerá hasta la ignominia de su caída.

El de Atizapán, encontró su comodidad en la corrupción de su ruindad y así prevaleció hasta su captura.

Zaldívar operativamente devoró a decenas de servidoeos públicos de la institución hasta desaparecerlos o dominarlos, como el de Atizapán a sus víctimas.

¿Por qué la Corte permite esos dislates del Z?

¿Por qué la Corte, saca del anonimato y vuelve protagonista estelar a un delincuente deleznable?

Me refiero al caníbal, claro.

La Suprema se equipará con los narcocorridos que vuelven leyenda a los criminales y los sacan del anonimato.

La explotación del morbo entraña una perversión porque toca fibras profundas en la psique de agentes perturbados.

Cayó muy bajo.

Ignora que en México se incrementaron exponencialmente los secuestros cuándo Televisa y Azteca publicaron en sus horarios estelares, las mesas pletóricas de pacas de billetes que tenían las bandas de secuestradores.

Claramente saben que hay vidas desperdiciadas que encuentran una razón para vivir en un momento de fama, aunque sea en la nota roja.

La Corte perdió su respetabilidad.

Permitir el uso de lo que le quedaba de prestigio para difundir un tema de grotesca corrupción y violencia, es un gran error, un acto que ahora la identifica como parte del problema, no de la solución, como debiera.

Es muy grave que probablemente manche sus manos de sangre si esa difusión sirve de motivación a alguna mente torcida de las que abundan en el lumpen social.

Insultar la inteligencia con el discurso de que es una forma de luchar contra el feminicidio fomentándolo convierte a la Corte en promotora del problema.

Como todo en el periodo de Zaldívar: mentira, falacia, traición.

La Corte de Zaldívar pagará con creces ese desprestigio.

Juan Pueblo.


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