Epifanías

Mistificación de las mentiras

Mistificación de las mentiras

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Optamos por la mentira y vagamos en nuestra soledad sin identidad ni pertenencia.

Mistificación de la mentira.- Lo aprendimos de niños, ¡bueno, algunos!: aquel niño pastor que jugaba a gritar “¡ahí viene el lobo, ahí viene el lobo!”, terminaron por no creerle y el lobo se lo merendó. Lo mismo le pasa a López Obrador, miente tanto que ya nadie sabe qué es en él verdad ni qué es mentira; empezando por él mismo. La recaptura de Caro Quintero, ¿es un logro de su gobierno o pago a una exigencia de Estados Unidos? Nunca lo sabremos, las mentiras de López empiezan a significarle rendimientos negativos.

Pero López Obrador no es el autor originario de la mentira, es, por el contrario, el producto más refinado de ella, después de que la política se mistificó en México.

Hoy ya nadie sabe qué es verdad ni qué es mentira. Pero aún, qué de nuestro pasado reciente fue verdad o mentira; hicimos de la realidad y la política un laberinto de espejos cerrado desde dentro. Qué caso tenía ponerle salidas y ventanas si ello airearía e iluminaría lo que queríamos permaneciera por siempre en la oscuridad.

Nos lo alertó Paz, pero no quisimos escucharlo: no nos quedaba más que la verdad o la soledad, y optamos por la mentira y vagamos en nuestra soledad sin identidad ni pertenencia. Los límites y seguridades se han expandido como universo en creación, Durkheim le llamó anomia, uno de los síntomas del suicidio colectivo.

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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