Terrorismo de Estado
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El mexicano tiene miedo, en las últimas dos semanas he escrito tres textos sobre el miedo: Miedo, El cobrador de piso nacional y Administrando el miedo. Esta semana en una mesa con Aristegui, Julio Madrazo, Viri Ríos y Mario Luis Fuentes disertaron sobre el miedo y enojo en la población.
Pues bien, ambos, miedo y enojo han sido paciente y científicamente inoculados y cultivados en la población. Bien podríamos hablar de “terrorismo de Estado”.
Terrorismo es dominar a través del terror infundido en una sucesión de actos de violencia por medio de una actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.
Todo empezó con aquella frase de “luego no me pidan que les amarre el tigre”, nada menos y nada más que pronunciada en la Convención Nacional de Banqueros. Vendría luego la cancelación del aeropuerto en versión 4T de las Torres Gemelas: “querían su aeropuerto de primer mundo, pues tengan para que aprendan y antes de llegar a la presidencia, para que le vayan midiendo el agua a los camotes”. No tuvo que estrellar aviones sobre él, le bastó evitar que aterrizaran. Todo ello rematad con el “Me canso ganso”.
Siguió la cancelación de la cervecera Constellation Brands, donde el medio fue el mensaje: “puedo armar una consulta popular patito cuando y sobre lo que quiera”. Y no podía faltar la prisión preventiva disuasora y, en este caso, la rehén favorita: Rosario Robles, con un mensaje para dos audiencias: la ajena y genérica para que entiendan todos, y la propia: “vean lo que hago con quien me traiciona”. Hoy sabemos que la prisión preventiva oficiosa y el juez a modo y ad nominem de Robles acabaron con cualquier arresto de dignidad en su gabinete y gobierno. Por arte de la magia oficiosa convirtió al funcionariado federal y buena parte de los gobernadores en floreros.
Para entonces los diputados de Morena y sus rémoras solo eran capaces de repetir el mantra oficial de “Es un honor estar con Obrador”, los empresarios conocían del terrorismo del SAT y los ministros de la Corte el de la UIF. Las farmacéuticas habían sentido el látigo de la 4T con un alto y hasta hoy permanente costo en la salud del mexicano
A la Comisión Nacional de Derechos Humanos la humilló con digno nombre, a otras instituciones las tomó por asalto con auxiliares de poca monta y harta lealtad; a algunas más las estigmatizó y estigmatiza sistemáticamente.
La ciencia y los científicos no podían faltar en su dominación por terror; Notimex, CIDE, Mexicanos contra la Corrupción, medios de comunicación, comunicadores, funcionarios, empresarios y un largo etcétera.
Con los expresidentes jugó a la consulta popular, como apenas jugó con el “Huy qué miedo” y el T-MEC, para luego recular. Pero el mensaje era lo que contaba: dominar a través del terror. A los ambientalistas, padres de niños con cáncer, mujeres violentadas, LeBaron, presidentes municipales panistas, Gobernadores y otro largo etcétera les manda decir que manchan su investidura y plumaje.
A los gobiernos estatales y municipales los dejó sin recursos adicionales vía fondos y fideicomisos: “si quieren algo tienen que pedírmelo y portarse bien.” A un presidente de partido, puesto por él, lo llevó hasta la guillotina y ahí lo dobló en exhibición pública.
Y no, no podemos olvidar la liberación de Ovidio y su perfecto encuadre con la definición de “actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”. Bastó con ponerle el escenario y el chamaco cumplió. Como hace unas semanas los actos vandálicos orquestados simultáneamente dentro de varios estados en forma sucesiva que, cuando se le salieron de control, los acusó de actos de propaganda de sus adversarios.
Tampoco podemos dejar de mencionar las ocasiones que sueltan a las huestes morenas a que se agarren con todo para que no se nos olvide de la violencia de la que son capaces, o bien a tumbar a golpes a un senador en el mismísimo presidium del Senado de la República para imponer a una Piedra.
Y finalmente su política de abrazos y no balazos, que tiene sometidas a múltiples poblaciones al dominio del crimen organizado y de donde corren a pedradas a las fuerzas del orden público bajo las instrucciones de brazos caídos y honra y soberanía pisoteadas. Que lo que se trata es de mantener el clima permanente de miedo y zozobra.
Así llegamos al pasado 16 de septiembre, bajo una estrategia machacona de comunicación sobre que es tal la violencia en México que solo el Ejército podrá con ella y, si no, el caos. Ello para lograr la militarización de ese engendro que debiera ser policial y es, hasta ahora, un desfile permanente a lo largo y ancho del país, sin más resultados que su visibilidad, para concluir en el Zócalo —ahora ya no democrático—, sino militarizado en un despliegue de fuerza que asusta. Todo ello aderezado con la aprehensión de un exProcurador y un General, a cambio de la liberación de Abarca en el caso de Ayotzinapa.
Ayer escribí en estas páginas “Orgullo y preocupación” y no fueron pocos los que me dijeron que ellos solo sentían preocupación. Y sí, de eso se trata, repito y contextualizo: una actuación de cuerpos organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.
Si sabemos que la fuerza mostrada por las Fuerzas Armadas está para abrazar al crimen organizado, no nos queda más que preocuparnos. Empezando por las propias Fuerzas Armadas.
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