PARRESHÍA

Aún no empiezan y ya hartaron

Aún no empiezan y ya hartaron

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¿Por qué y de qué habría de defender la Transformación si ésta es obra de Dios en la tierra por mano de su Mesías todopoderoso? ¿Quién pudiera tener fuerza superior a la de López Obrador dentro de la Transformación?

Todos los días atestiguamos mentiras del tamaño de una catedral, absurdos más grande que un hoyo negro sideral y contradicciones sin parangón.

Pero ya nadie se sorprende ni se inmuta.

Así se pueden hacer actos anticipados de campaña llamándole proceso interno para la elección de un Coordinador de la Defensa de la Transformación.

¿Por qué y de qué habría de defender la Transformación si ésta es obra de Dios en la tierra por mano de su Mesías todopoderoso? ¿Quién pudiera tener fuerza superior a la de López Obrador dentro de la Transformación? ¿No ésta la defiende el pueblo y es irreversible? ¿No es su defensa en sí misma una apostasía?

Por cierto, no sé si la sandez de la coordinación de la defensa de la transformación exista en la estructura orgánica de Morena y pueda ser objeto de proceso selectivo alguno. Lo que sí sé es que entre las atribuciones públicas propias de un partido político nacional no existe razón alguna para tamaño cinismo ni erogación.

Dice Shakespeare en voz de Julieta que "A rose by any other name would smell as sweet" (una rosa con cualquier otro nombre despide igual dulzor), y un mono, aunque de seda se vista mono se queda. Y una precampaña, llámese como se llame sigue siendo precampaña.

Lo peor es que no hay ninguna de las corcholatas que se apegue al guión, todas hablan de buscar la candidatura presidencial, ninguna dice buscar la entelequia defensiva. Tan es así, que la fórmula para ponerles la yunta al cuello fue el garlito de los premios de consolación.

El problema, sin embargo, será explicar por qué quienes no ganes la tan ansiada coordinación —cuyas funciones nadie conoce a ciencia cierta—, serán líderes de las fracciones parlamentarias de Morena en el Congreso de la Unión, cuyas candidaturas, por cierto, deben por mandato constitucional ser objeto de un proceso democrático. O bien miembros del gabinete de un gobierno que aún no es y a quien nadie debiera imponerle de antemano taxativas, toda vez que su legitimidad no devendrá de un papel firmado entre seis peleles, sino por una elección democrática ciudadana en las urnas.

Así tenemos precampañas, pero no para dar a conocer “propuestas y carismas”, como dice el emético Epigmenio Ibarra, sino para informar de los logros de la transformación, es decir, de YSQ, y no habrá debates ni deliberación, porque se trata de mostrar una unidad fraternal, aunque ésta solo exista en los sueños febriles de Palacio Nacional. Precampaña que nadie ha podido decir cómo se va a financiar y a fiscalizar.

Finalmente, el entramado pareciera ser un entrampado para que ninguna de las corcholatas pueda ser registrada a candidatura alguna y, entonces, la pregunta salta cual conejo de chistera: ¿Cuál es el verdadero propósito y candidato de López Obrador?

Tanta ineptitud delata más malicia y turbiedad que inteligencia.

O bien todos se han vuelto locos, o todos caminan cegados por la luz del Mesías al despeñadero de su propia ambición.

Por lo pronto, aún no empiezan y ya hartaron.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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