PARRESHÍA

Quién se va a ir a la…

Quién se va a ir a la…

Foto Copyright: lfmopinion.com

Ya no estamos en condiciones de qué ganar, sino en la urgencia de qué no perder.

En un spot en televisión con López Obrador a cuadro y Palacio Nacional a espaldas, éste decía en 2018: “A Palacio o a la Chingada”, refiriéndose a su Hacienda en Palenque, Chiapas. Sabrá qué desdobló su subconsciente al nombrarla.

Hoy la opción es la misma, más no para él, sino para todos aquellos que no comulgamos con su patraña de la Cuarta Transformación.

En otras palabras, nuestra probabilidad de perder a México de una vez y para siempre es muy alta. Por fortuna le fallaron sus cálculos y perdió el tiempo en consultas y revocaciones distractoras, de suerte que no le fue posible reformar la Constitución e instaurar una dictadura en el segundo trienio de su mandato.

De allí su urgencia existencial de imponer a como dé lugar a su calca y mandadera, para en septiembre del año que entra, de un golpe, aplicarnos sin contemplaciones lo que llama su Plan C: la Dictadura.

Nadie puede llamarse a no avisado de su propósito y determinación de hacerlo, tope donde tope.

Pero eso es él, su sombra con cola de caballo y su feligresía de invidentes.

¿Y nosotros?

Nosotros, hoy y aquí, ya no estamos en condiciones de qué ganar, sino en la urgencia de qué no perder. Y, discúlpenme, pero nuestra opción ya no es entre “Palacio y la chingada”; sino entre el Congreso y la nada.

Xóchitl todavía está en posibilidades de ganar la presidencia. Ojalá se permita y le permitan hacerlo.

Pero ese, y nuevamente ruego el perdón de quien lee, es otro cantar: es lo deseable.

Frente a ello, del tamaño de una Catedral, está lo inadmisible: PERDER EL CONSTITUYENTE PERMANENTE. Es decir, la mayoría calificada del Congreso de la Unión y de, al menos, 17 congresos locales.

Dejemos de extraviarnos en tenis y frivolidades, en delirios colectivos mañaneros, en fanatismos electoreros, en aspiraciones subjetivas y en mareas mareadoras. Es tiempo de organizarnos seria y profesionalmente, sin juegos de sillas, sin cuotas, sin cuates, sin voracidades y sin protagonismos, en NO PERDER EL CONSTITUYENTE PERMANENTE.

En ello nos va México.

¡Constituyente Permanente o la Chingada!


PS. Y no se trata de ganar con diputados y senadores del montón, de cuotas y compromisos, sino con personas que sepan legislar, entiendan de política y sean valientes, no sólo protagónicos.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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