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Juego de tronos en el Tribunal Electoral

Juego   de   tronos   en   el   Tribunal   Electoral

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El motín reciente acontece en la casa responsable de impedir abusos en los procesos de arribo a cargos públicos de poder.

Carlos González Blanco
Colaborador




En la casa que debe ser ejemplo de valores, respeto, prudencia, mesura y apego a lo correcto, con buenas formas de interacción institucional, viven un atasco por acaparamiento de poder.

Van dos rebeliones por la presidencia protagonizadas prácticamente por los mismos magistrados, en lo que parece un esfuerzo sistémico por denigrar la institución.

Estos dislates, confirman el funesto apotegma que anticipa que "Los carniceros de hoy, serán las reses del mañana", quizá hasta lo merezcan.

En el año 2021 impulsaron el escarnio público de motear a uno de ellos con el seudónimo de "magistrado billetes", no se detuvieron hasta consumar deterioro de su imagen personal y pública, hasta lograr su derrocamiento para imponer a uno de ellos.

El ganador de la rifa fue Reyes Rodríguez Mondragón, a quién ya lo alcanzó su destino y vino a cosechar lo que sembró.

Que incongruentes formas de operar de un órgano que, para funcionar, necesita mantenerse a salvo de esas estridencias.

El motín reciente acontece en la casa responsable de impedir abusos en los procesos de arribo a cargos públicos de poder.

El método de derrocamiento fue una bajeza, porque las sesiones para resolver juicios no son el foro idóneo para discutir la prevalencia en el cargo del presidente.

El amago de discutir en público sus motivos fue un atentado a su persona, es un irrespetuoso dislate por ser una situación que tenía como verdadero objetivo exhibirlo, agraviarlo públicamente en un evento del que el compañero exhibido no tenía ninguna forma de ser respetado, ni ellos tampoco; la tentativa los exhibió tal y como son.

La ironía es grotesca, se trata de juristas de élite, responsables de garantizar que el arribo a posiciones de poder, sea apegado a la ética y a las formas legales, no obstante, los mismos, por segunda ocasión, implosionan para derrocar a su presidente y construir posiciones de poder personal dentro de Sala.

¡Es muy grave! ¿Con qué cara hablarán de tolerancia y respeto a las formas cuando resuelvan temas electorales?

En ese noble oficio de juzgar temas electorales debe haber congruencia personal y una ética ejemplar, a prueba de tentaciones económicas y políticas, algo está pasando que no se percibe esa integridad.

En este derrocamiento hay un lamentable oportunismo que lo vicia de infamia.

Asaltar la presidencia, aconteció, ahora que los amotinados son mayoría, antes del inminente cambio de esos desequilibrios.

Fue un bajo madruguete que suele verse en otros ambientes que pensábamos eran muy distantes de la altura y respetabilidad de la Sala Superior.

De 7 magistrados, hay dos ausencias desde el 1 de noviembre, cuyos relevos serán propuestos por la Presidencia de la Suprema Corte en poco tiempo.

Es decir, había una brevedad temporal para perpetrar esta disrupción ya que, cuando arriben los nuevos magistrados, los golpistas dejarán de ser mayoría.

Si ahora eligen relevo en la presidencia, es inminente que de entre ellos, surgirá el nuevo presidente.

Pero algo se salió de control, en su cálculo, no estaba previsto que el presidente Rodríguez Mondragón renunciara con efectos al 31 de diciembre.

Si para entonces ya hay nuevos magistrados, su ventaja aritmética cambiará y ya no podrán imponer su mayoría; sus tiempos son muy breves.

¿Por qué la revuelta estalló en esta coyuntura temporal?

¿Casualidades en política? ¡No lo creería ni cuando era ingenuo!

La crisis evidentemente obedece a una tentativa de intereses ocultos que aspiran a imponer controles de dominio en ese tribunal.

En este episodio pierde México, ya que demuestra la vulnerabilidad de nuestras instituciones y lo proclive que son los servidores públicos de acoger tentaciones incompatibles con sus cargos: mostró de que están hechos los máximos juzgadores electorales.

Da tristeza que, en lugar de estar concentrados en su función, se atreven a jugar a la política y en ello pierden y mucho, porque lo suyo no es hacer política.

Se exhibieron como peones de un tablero de intereses ajenos, deterioran su prestigio personal y el de la institución y lastiman la confianza sobre su objetividad, imparcialidad e idoneidad en el cargo.

El sentido común conduce a entender que fueron utilizados, nadie lo podremos probar, pero tampoco dudar que así fue, salvo que atentemos contra lo razonable.

Es así porque nadie, en su sano juicio elige confrontarse con la presidente del Poder Judicial Federal, que es la institución a la que sirven salvo que vea más ventajas en hacerlo y en aliarse con quién sí tiene interés en hacerlo.

Dejaron claro que el pleito no era sólo contra su presidente Rodríguez Mondragón, sino por el dominio de la Sala y por distanciarse de la presidente de la Suprema Corte.

Hubo un esmero especial en hacer público que, siendo anfitriones, estaban desayunando plácidamente fuera del tribunal, exactamente en el momento de la visita haciéndole el vacío a la ministra presidente que acudió a su sede al informe de labores de la Sala Superior el día 4 de diciembre.

El mensaje tuvo como propósito evidente, retar a la presidente de la Corte y mostrar empatía con quién le tenga animadversión.

Nadie que se precie de ser congruente daña tanto a la institución a la que sirve.

Sólo pasa cuando existe interés en obtener un beneficio personal o dar curso a una expectativa, como pretender ser factor en el juego de tronos del 2024 o por intereses incompatibles con su cargo.

Los magistrados amotinados deliberadament, crearon las condiciones para que existan dudas sobre ellos, ¿por qué lo hicieron?, no ganan nada que sea comprensible a la vista, sólo pierden y pierden mucho.

Controlar la presidencia de la Sala Superior del Tribunal Electoral implica conservar privilegios, como 9 autos por ponencia, vales de gasolina, viáticos, vuelos en clase premier y varios más que ya tienen y que probablemente veían amenazados, pero es difícil pensar que sus motivos estuvieran en esos temas.

Lo relevante es que controlar la presidencia implica decidir el turno que definirá a qué Magistrado se encomendará el juicio que revise la elección presidencial en el 2024 y a quiénes las elecciones de gobernador y de senadores, las de grandes ayuntamientos, las de representación proporcional, etc.

Ofrece la oportunidad de administrar la presión que se verterá en esa elección por todos los grupos de poder del País.

Implica una buena oportunidad de quedar bien con la próxima presidente de México y con todos los actores políticos de la nueva era.

Nadie creería que se mueven solos, por sus actos los juzgaremos.

Por ahora optaron por denigrar su institución por segunda vez convirtiéndose en los carniceros de hoy para aguardar el tiempo que reciban la justicia que, en los hechos, aplican.

El motín es reprobable y exhibe una falta de lealtad a la institución.

México enfrenta momentos muy difíciles, el cáncer de la obsesión de poder permea y corroe.

El decepcionante caso de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal debe superarse por el bien de México.

Sirvan estas líneas como un llamado a la ética, a no enervar más la elección, a construir las mejores condiciones para enfrentar la inminente crisis de la elección del 2024.

Carlos González Blanco.
12 de diciembre del 2023.
carblanc@yahoo.com.mx


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Redacción LFM Opinión

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