PARRESHÍA

En la ruindad de sus jolgorios

En la ruindad de sus jolgorios

Foto Copyright: lfmopinion

Con mi muerte se consagró la traición como virtud y forma de gobierno en México.

Como Jerjes contra los griegos, López, con sus consejeros en el INE, sus magistrados en el Tribunal Electoral e, incluso, sus ministras —que no del pueblo, sólo de él— en la Corte y en el oprobio, no pudieron en buena lid contra los valientes en las Termópilas del Senado y la democracia.

Por desgracia nuestros tiempos no son dignos de un Leónidas que los comande.

Pero si de Leónidas no somos merecedores, nos sobran méritos para los Epialtes y sus traiciones hoy hechas estirpe y ostentación.

Felonía que, a traición y en recompensa, mostró al tirano la cobarde y oscura senda del triunfo en la vileza; incapacitado de origen para guerrear con honor, sin odio, con virilidad y la frente en alto.

De noche y entre abrazos inconfesables siguió con la cabeza gacha la huella de la traición. Mientras en el campamento senatorial los nuevos y diminutos sátrapas festejaban de antemano y borrachos de cobarde zafiedad un triunfo ajeno, sin gloria, sin decoro, sin madre; en cópula con la vileza a cuyos pies se postraron en besos, mientras los Yunes Elpialtes avanzaban entre vivas y guirnaldas de oliva marchitas de vergüenza patria.

En cobarde madrugada lanzaron su nube de flechas para que el sol no los viera; sin cara ante la historia, más en la ruindad de sus jolgorios videograbados al espejo.

En el epitafio de la República se lee:

“Con mi muerte se consagró la traición como virtud y forma de gobierno en México.
Doy gracias al cielo por haber muerto para no verlo”
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11 de septiembre de 2024

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¡En paz descanse!

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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