Las marchas en contra de un gobierno: sus desventajas
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Desde luego que la principal es el surgimiento de la violencia en las manifestaciones y protestas, pues es un fenómeno complejo.
La psicología política, en particular, ofrece valiosas herramientas para comprender los factores que pueden desencadenar estos eventos.
Al estudiar el papel de la psicología de las masas, uno de los conceptos clave proviene de Gustave Le Bon, uno de los pioneros en el estudio de las masas, planteó que cuando las personas se unen en un grupo, pueden experimentar una pérdida de identidad individual y sentir una mayor susceptibilidad a la influencia de los líderes carismáticos o de ideas simples y poderosas. Esta dinámica puede facilitar la aparición de comportamientos impulsivos y violentos, incluso en personas que normalmente no serían agresivas.
, cuando las personas sienten que su situación no está siendo atendida o que están siendo tratados injustamente en comparación con otros grupos. O que simplemente los están ignorando y ni caso les hacen a sus demandas.
La deshumanización del "otro": es ver a los oponentes políticos o a las fuerzas del orden como una amenaza que puede facilitar encender la pólvora y estallar en ira colectiva. Sobre todo, cuando ya no importa quién esté enfrente y justificar que se vale infligir daño al otro como una defensa.
El peligro tan grande que genera el fomentar una polarización social, que conlleva a aumentar la brecha social y así intensificar los conflictos, lo que permite el brote de odio con violencia en contra de los enemigos, ya no pensamos igual, sino demasiado diferente y la comunicación se vuelve más difícil y la escalada de la violencia se hace más probable.
Efecto contagio: Los sentimientos negativos pueden propagarse rápidamente en una multitud a medida que las personas imitan el comportamiento de los demás. Este fenómeno es especialmente probable en situaciones de alta tensión y cuando hay una sensación de anonimato.
Toda marcha o manifestación pública de descontento requiere tener muy claros los objetivos que se persiguen y mantener un claro dominio y control de la movilización. Cuidando que los líderes no promuevan palabras ofensivas con sentimientos de odio y enojo.
Para evitar que las protestas escalen en violencia, es básico estar dispuestos siempre al diálogo y la negociación: de aquí la importancia de que los gobiernos deben estar dispuestos a escuchar las demandas de los manifestantes y a buscar acuerdos.
Por su parte las fuerzas del orden deben estar bien capacitadas para manejar las protestas de manera pacífica, evitando la provocación y el uso excesivo de la fuerza.
Cuando hay tanto descontento y surgen reclamos y manifestaciones, incluidas las virtuales. Ya estamos cerca de algunos brotes de violencia, que hay que evitar y prevenir.
La animadversión emocional hacia los gobernantes y opositores políticos, cuando va en aumento, es el ingrediente que facilita el surgimiento de la violencia. Que desde luego hemos de cuidar con prudencia y no echarle más leña al fuego.
Muchos líderes opositores e incluso comunicadores y analistas políticos suelen inyectarle sus propias emociones negativas y hacer más grande el enojo y resentimiento social, lo que permite que la polarización social se incremente y facilite que una chispa encienda el barril de pólvora.
Así estamos en México, cada vez más cerca de mayor confrontación civil y con el aroma de rencillas que vivimos en este país, en distintos periodos de nuestra historia.
Queremos construir, edificar y buscar la reconciliación, no la guerra.
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