PARRESHÍA

Democarcia desleal

Democarcia desleal

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Un movimiento en el poder que se ha aprovechado de todos los beneficios, libertades y derechos de la democracia para acabar con ella.

Ya con la Loppe (1977), que partió de una amnistía y construyó un gran pacto político, facilitando, además, la creación de nuevos partidos en México, y con el profesor Olivares en Gobernación, allá por el año 80, la Comisión Federal Electoral denegó un registro a un partido. El escándalo fue mayúsculo, la reforma de apertura cerraba la puerta a una nueva expresión política en México. La batalla mediática se perdió y el costo que se pagó fue alto. En alguna ocasión se le preguntó en corto al profesor por qué se había negado el registro y contestó: “porque se negó a poner en sus estatutos que respetaría la Constitución de la República, actuaría legalmente y se comprometía con los principios de democracia”. Algo, por cierto, a que obligaba la propia ley como requisito de registro.

A la lejanía podrían parecer excesivos el requisito y la pena, pero si vemos bien era lo mínimo elemental que se podía exigir: cumplir las reglas del juego y jugar limpio.

Hoy podemos ejemplificar lo necesario de la exigencia, pero también las ausencias de controles y castigos para con los jugadores no leales a la democracia y a la Constitución en el circuito democrático.

Hoy tenemos un movimiento en el poder que se ha aprovechado de todos los beneficios, libertades y derechos de la democracia para acabar con ella, que protestó cumplir y hacer cumplir la Constitución, para deformarla hasta hacerla trapeador de una sobremayoría espuria. Finalmente, una democracia de partido y pensamiento único, con prisión preventiva oficiosa y sin poder judicial capaz y autónomo para proteger nuestras libertades y derechos.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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