Epifanías

Chi va piano, va lontano

Chi va piano, va lontano

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Pobres de aquellos que constituyen Constituciones que tienen que reformar en días.

Chi va piano, va lontano. Toda grandeza está radicada en lo profundo (Arendt), porque grandeza y profundidad se pertenecen recíprocamente. Como la fronda del árbol, sólo somos grandes cuando nuestras raíces hunden sus fibras en la profundidad oscura. Lo que hace luminosa a la cima es lo umbrío del abismo. Por su parte, el desarraigo responde a otras dimensiones, a las de anchura y superficialidad. Quien mucho abarca, poco aprieta. Los hongos se reproducen tan rápida y extensamente como efímera es su vida. El movimiento, por su lado, desconoce la quietud que arraiga, el silencio propio del pensamiento, la paz de la comprensión, el añejamiento hecho historia y el apareamiento madurado en especie. Los desesperados confunden las horas con los siglos y creen construir la eternidad en sus sueños mojados y desarraigo, por eso urgen cambiar el pasado, porque en él no se encuentran; por ello se fugan constantemente del presente, porque los cuestiona en lo más profundo de su vaciedad; y por tanto quieren definir para siempre el futuro, sabiéndose superficiales y superfluos. La transformación lleva en sí misma su condena: transmutar a otra cosa, dejar de ser, fluir y finalmente desaparecer. Pobres de aquellos que constituyen Constituciones que tienen que reformar en días.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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