PARRESHÍA

Nacionalismo ciego y acrítico

Nacionalismo ciego y acrítico

Foto Copyright: lfmopinion

Ser nacionalista no conlleva abdicar de la capacidad ciudadana de pensamiento y crítica.

Nevile Chamberlain fue recibido como héroe en el Reino Unido tras traicionar a Polonia y entregar algo que no era suyo a Hitler: los sudestes de Checoslovaquia. Todos creyeron, empezando por él, que había evitado la Segunda Guerra Mundial, cuando en los hechos la inauguraba.

Cualquiera que entonces criticó al primer ministro, como fue el caso de Churchill, fue tratado como traidor y antinacionalista.

Pero ser nacionalista no conlleva abdicar de la capacidad ciudadana de pensamiento y crítica.

La historia le dio la razón a Churchill y el mundo se hundió en la noche negra de la guerra. No trato de hacer paralelismo alguno en los hechos históricos y posturas de los actores de la época, sino del comportamiento de los ciudadanos que prefieren creer lo que sea con tal de que crean o les hagan creer que es bueno, así todas las evidencias estén en contra. Lo mismo de los gobiernos que, ante un enemigo externo, se cuelgan del ahí viene el lobo para esconder bajo la alfombra sus miserias y trapacerías.

Tenemos que ser verdaderamente ciudadanos y exigir de nuestro gobierno altura y estrategia diplomática y no patrioterismo banal y barato.

Si el gobierno estaba mal y en crisis hasta hace unos días, antes de las amenazas de Trump, por qué habría de estar bien hoy y por qué nosotros tendríamos que apoyarlo ciegamente en mor de un nacionalismo ciego y acrítico.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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