PARRESHÍA

Nepotismo invertido

Nepotismo invertido

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Es el familiar o personaje de confianza quien se impone al sujeto de poder, a su poder mismo y, a través de él, sobre terceros en una especie de nepotismo invertido

El nepotismo es un acto de poder desde el poder, generalmente por un sujeto de poder que impone a algún familiar, privado o persona de su confianza sin mérito necesario sobre otros que dependen de él y se ven obligados a condescender.

Pero hay casos excepcionales donde es el familiar o personaje de confianza quien se impone al sujeto de poder, a su poder mismo y, a través de él, sobre terceros en una especie de nepotismo invertido, donde el nepote es al mismo tiempo el “nepócrata”, como una más de tantas perversiones que suelen presentase en las relaciones de poder.

El caso es doblemente lamentable, porque el abuso y la imposición empieza sobre quien detenta el poder y, sin embargo, se ve doblegado por quien en su nombre y perjuicio lo usurpa y usufructúa. Porque el poder siempre es relación entre personas donde el sometido no siempre es quien adolece materialmente de él, sino quien emocionalmente a ello está predispuesto e incluso sujeto.

Sea un nepote impuesto a autoimpuesto, suelen distinguirse por su incapacidad resultado de invertir los valores de mérito y lealtad, valía y estima, aptitud y actitud, poder y sumisión.

Por otro lado, un nepotismo invertido habla de un poder materialmente impotente, infructífero, infuncional; seguramente con el boato, el rito y la parafernalia propias de su oropel, imagen y narrativa, pero en los hechos nulo, lamentable, triste, silente.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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