PARRESHÍA

La noche que nos robaron la Nación.

La noche que nos robaron la Nación.

Foto Copyright: lfmopinion

¿Por qué en una pseudo elección interna pactar firmados cargos de un gobierno a futuro? ¿Con qué atribuciones y legitimidad podían disponer de los que es decisión ciudadana?

Aquella noche se dieron presurosa cita. Dijeron que iban a elegir por “encuesta” una coordinación inexistente por sobre los órganos estatutarios de su partido. Pantomima en la que participaron dos especímenes a cuál más impresentables de otros partidos, amancebados, es cierto, pero ajenos a su vida interna.

Lo curiosos es que como premios de consolación repartieron puestos de elección popular y políticos, cargos en el gobierno y, sin duda, cuotas de poder y negocio.

¿Por qué en una pseudo elección interna pactar firmados cargos de un gobierno a futuro? ¿Con qué atribuciones y legitimidad podían disponer de los que es decisión ciudadana? Algo, no sólo ajeno a los alcances de un partido, sino y principalmente de una democracia.

Sin embargo, lo hicieron cual pacto de pandilla y bandoleros.

Aquella noche todos, ellos y nosotros nos convertimos en “Juanitos” aupando a una Brugada en huesos.

Pero nadie paró mientes. Al contrario, el aplauso y embeleso de amplias franjas de compatriotas fue digno de las ignominias universales más lamentables.

La narrativa, cual cuento de hadas, fue de un bastón de mando que siendo y significando nada, llenó el espectro de ignorancia política y supina nacional.

No tenemos, pues, derecho a sorprendernos de su majadera petulancia, sus escupitajos a la Constitución, sus orines sobre el Poder Judicial, su prostitución democrática y sus enfermizos rencores, ignorancias y resentimientos. Tampoco de sus mentiras crasas y falsas popularidades y valentías

Aquella noche pactaron a México y nos pactaron, entre ellos y para ellos.

Disfrutemos.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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