¿Ciudadanos?
Nuestros libros de derecho destilan loas a la creación mexicana del derecho social. Nuestros derechos agrario y laboral abrieron camino para proteger a grupos vulnerables que requerían de todo el poder del Estado para enfrentar a las diferentes franjas sociales que inmemorialmente las explotaban. Que ello haya derivado en la explotación político electoral por parte de quien debiera cuidarlo es otra cosa, de la que nadie se enorgullece, pero que sigue, hoy, más vigente que nunca.
Pero el argumento y timbre de orgullo da pie para plantear la necesidad de reconocer nuestra realidad social y, así como fue necesario crear todo un nuevo derecho para protegerlos, tenemos que reconocer que esa protección acredita que no son capaces por sí mismos, frente a otros miembros de la sociedad, para bastarse por sí mismos.
Si ello es así, cuantimás tampoco lo son para desplegar en entera libertad, igualdad y capacidad sus deberes y derechos ciudadanos, habida cuenta que aquellos que los explotan en otras actividades de la vida social, lo hacen por igual en lo político, empezando por el propio Estado.
Y no, no trato de negar a nadie su derecho a la ciudadanía, para concentrar ésta y aquél en unos cuantos. Mi punto es hacer ver que jamás podremos ser una democracia real y verdadera, ni hablar tampoco de una ciudadanía en iguales circunstancias, si no liberamos antes a todos los mexicanos de sus necesidades más ingentes, de su ignorancia, de su postración y de sus fetiches, principalmente los políticos.
E insisto, no se puede presumir de derechos ejidales y laborales como propios de clases necesitadas, y no reconocer las mismas carencias en lo político. Pero, por igual, no es dable pedirle al Estado proteja a estos mexicanos de los demás, cuando ha sido el Estado, desde su creación en estas tierras, quien más ha expoliado y vivido a expensas de alimentarlos como “mascotas”, en lugar de sacarlos de su postración para que se basten por sí mismos.
Finalmente, no señora presidente, ser demócratas no es votar por todo y para todo, ni engañar cada mañana a las y los mexicanos, ni enfrentarlos como enemigos; ser demócratas es que el sujeto de poder sólo se distinga del ciudadano de a pie por las cargas públicas de las que debe responder y por su compromiso con la verdad.