PARRESHÍA

Noroña, el hacedor de mentadas

Noroña, el hacedor de mentadas

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Noroña exigía regresar al texto de 1917.

Corría la elección del 2015, todavía el PT no le mentaba la madre a Noroña, era uno de sus candidatos de representación proporcional (no llegó y por poco y pierden el registro). En aquellos oscuros años, antes del paraíso del obradorato, “El hacedor de mentadas” proponía que se derogasen todas las reformas a la Constitución y regresáramos a la original de 1917. Era obvio que entonces, como ahora, no había leído la Carta Magna, ni la hubiese entendido.

El texto original de la Constitución del 17 no consideraba el voto de la mujer, de entrada Noroña quería quitarle sus derechos políticos a la mitad de México. El primer reglamento de tránsito no existía, fue de 1920, tampoco la legislación ambiental, económica, industrial, nuclear, ni de derechos humanos e, incluso, la legislación electoral no consideraba un padrón nacional, un órgano especializado ni autónomo, urnas transparentes, mesas directivas de casilla insaculadas, PREP, ni tampoco la justicia electoral.

Pero Noroña exigía regresar al texto de 1917. De entrada, se hubiese quedado sin candidatura y partido, porque desaparecerían los diputados de representación proporcional, legislados hasta 1977, y los partidos políticos, que entraron a la legislación secundaria hasta el 46 y a la Constitución en 77.

Pero a “El hacedor de mentadas”, enemigo de los reformadores de la Constitución, nada más le dieron medio tabique prestado y se autoproclamó el constituyente permanente infalible.

Si después del 17 todos los constituyentes permanentes (mayorías calificadas del Senado, Cámara de diputados y dos tercios de los Congresos Locales) había que mandarlos al basurero de la historia, ayer (2024) que le tocó a él y su compinche Yunes modificar la Constitución bajo la batuta del enamorado Adán Augusto, consideró que nadie, “ni Dios padre encarnado” podría y menos debería poder cambiar su imperial, infalible y supraconstitucional voluntad.

¡Pobre!, en breve se le acabara su presidencia del pleno y tras haberse peleado hasta con el espejo, le esperan cinco largos años en el Senado donde será simplemente noroñita, “el hacedor de mentadas”, y no tanto por las que de su boca salgan, que son casi todo su hacer, pero aún así son pocas si se le comparan con las que él genera en terceros y en su contra, logrando rendimientos mayores a todos los candidatos judiciales juntos, y contando.

PS. Recuerden, a Andy no le gusta que le digan Andy.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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