PARRESHÍA

Arturo Ávila se burla de la Virgen de Guadalupe

Arturo Ávila se burla de la Virgen de Guadalupe

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Pero de qué nos sorprendemos de Arturo Ávila si antes se hincaba en la parroquia de Adán Augusto y hoy reza a San Monreal.

Él puede tener la creencia que quiera, hay quien dice, sin embargo, que no es católico; lo sea o no, el utilizar figuras religiosas para temas políticos no solamente es ilegal y prohibido en México, sino es irrespetuoso para la religión y sus fieles. Pero qué podíamos esperar de él si Sheinbaum, sin ser católica, usó a discreción la figura de la guadalupana para granjearse falsas simpatías electoreras, y si López, siendo cristiano uso la “marca” Morena por ser el apelativo de la Virgen de Guadalupe. Pero de qué nos sorprendemos de Arturo Ávila si antes se hincaba en la parroquia de Adán Augusto y hoy reza a San Monreal, si ayer buscaba la gubernatura de Aguascalientes y hoy la alcaldía de la Cuauhtémoc, si ayer vendía influencias en el sexenio de Peña y hoy cobra como diputados (no se ría) de Morena, si repite todos los días la misma cantaleta en cuanta estación de radio y televisión le abren micrófonos y nos atiborra de videos inmisericordemente y twitts miserables con las mismas burradas.

Ahora, sin embargo, este monito cilindrero cruzó un rubicón guadalupano que tendrá que pagar con un alto costo.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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