PARRESHÍA

Las Élites

Las Élites
Las élites políticas no son un orden autocontenido, presuponen una red de instituciones intermedias que les sirven de matriz y una cultura sobre las que se sustentan.

Las élites políticas no son un orden autocontenido, presuponen una red de instituciones intermedias que les sirven de matriz y una cultura sobre las que se sustentan. Precondiciones sociales y culturales sostienen su aceptación, organización y regulación.

A pesar de sus desavenencias, los dirigentes políticos de diferentes signos forman una comunidad de intereses que, a su vez, se comunican e interrelacionan con los de las demás élites de poder.

El PAN llega al gobierno de la mano de los factores reales de poder que se incuban y crecen durante y por el priísmo; factores que desplazan al PRI cuando ya no les fue útil y resultó un aliado muy oneroso, pero que mantuvieron sus mañas y arreglos copulares; factores que aprovechan la supuesta transición para terminar de debilitar el poder del Estado y asentarse como poderes indiscutibles e imbatibles. Factores que hoy regresan al PRI, domesticado y sometido, a un poder con similares características.

Cuando México se independiza, los criollos, que ya tenían acceso a los ámbitos culturales y económicos, desplazan a los peninsulares de los espacios de gobierno, pero los factores reales de poder continúan detentándolo en general. Fueron las invasiones extranjeras las que terminan por hacer a un lado a la élite militar, la Reforma la que despoja a la eclesiástica de sus fueros y la Revolución la que destrona finalmente a las del dinero. Hoy, sin embargo, estos estamentos se concitan en retomar su hegemonía.

Poco es lo que podemos esperar de este nuevo cambio de estafeta, habida cuenta que vuelve a ser un cambio en la cúspide, sin trastocar las estructuras y arreglos que la sostienen.

Es por esta inmóvil realidad que los diagnósticos y críticas de López Obrador penetraron tan profundo y efectivamente en el ánimo ciudadano. Lástima que sus propuestas y personalidad no se hayan compadecido de aquéllos.

Por eso también no estaban descaminadas las primeras expresiones del "Somos 132" que apuntaban la corresponsabilidad política y económica de las élites nacionales. Lástima, por igual, de su perversión partidista.

El agravio social y su reclamo resultante prevalecen. Por ello la esperanza que despierta la posibilidad de una verdadera izquierda sin secuestros, sin lastres, sin imposturas, sin caudillos.

El problema es si México sobrevivirá hasta que los cambios puedan darse y el agotamiento propio de las élites le franqueen el paso.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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