PARRESHÍA

La generación política de Peña Nieto

La generación política de Peña Nieto

Foto Copyright: lfmopinion.com

Clase política novel, inexperta, depredadora y corrupta.

No sé si sea un problema generacional, o consecuencia del estilo personal de gobernar de Peña Nieto; el hecho es que desde su hegemonía en el PRI como Gobernador dispendioso y financiero, y luego con su paso por la Presidencia de la República, México se pobló de una clase política novel, inexperta, depredadora y corrupta.

Borge y Javidu jamás debieron llegar a gobernadores. Sus cartas credenciales no perfilaban más que el reclusorio. Medina, todo parece, solo es bueno para el golf, todo lo demás lo hizo su papi. Los ejemplos pueden eternizarse.

El caso es que este paradigma de jóvenes inexpertos, cleptócratas y voraces desbordó al PRI hasta hacer escombros del PAN.

Cual Borge o Medina y con la velocidad de Duarte o Del Mazo se inventó y encumbró al Chico Maravilla. Cual la espuma subió al estrellato, todos los presidiums y podiums se plegaron a sus pies, desde el poder se le desbrozó el camino; en charola de plata le entregaron la cabeza de Beltrones para que le bailara un jarabe tapatío en cadena nacional; los moches deslumbraron su razón, el poder lo embelezó y el dinero, del que parece tenía previo apego, se le hizo adicción.

Lo de la traición, todo indica, le es congénito y embrolló su camino hasta convertirlo en sepulcro. El hecho es que cual Borge, Duarte y Medina, de la nada pero desde el poder, se creó este invento albiazul, con iguales resultados que en la cancha tricolor: depredación, desgobierno y crisis endémica.

Su Sancho Panza, otro que no debió pasar de cuate de domino, Damian Zepeda, imita su tragedia, pero en su caso como farsa. Cual ladrón en la noche renuncia a la Presidencia de lo queda del PAN para que el escudero que en prelación lo substituye lo designe en minutos líder de la fracción parlamentaria.

Valdría la pena que alguien les contará la máxima de que las bayonetas sirven para todo menos para sentarse en ellas. Lo mismo pasa con los liderazgos, no se imponen, ni se roban, ni se fingen.

Como tampoco puede inventarse a golpe de propaganda un político.

Peñas, Duartes, Borges, Medinas y Anayas así lo acreditan.



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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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