Tortura es tortura
Una denuncia de tortura no admite contemplaciones partidarias.
Festinarla o ignorarla por ser tortura a un adversario político es complicidad.
Mal se ven los defensores de DH que callan ante lo que pasa en Chihuahua.
Una denuncia de tortura no admite contemplaciones partidarias.
Festinarla o ignorarla por ser tortura a un adversario político es complicidad.
Mal se ven los defensores de DH que callan ante lo que pasa en Chihuahua.
Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.
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